Saturday, December 30, 2006

Zapatillas o el relato de cómo se hizo un post

Esta historia está inspirada en una foto. Se trata de un relato ficticio que intenta contarnos el cómo se originó esa entrada. Evidentemente cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Hacía frío. La gente en la calle caminaba dejando detrás de sí un aliento blanco como si fuesen un tren, esos trenes de película al que todos en nuestra infancia nos hubiese gustado montarnos. E iban cargados estos trenes de carne y hueso de bolsas y bolsas de diferentes colores, tamaños y formas y cargadas de vete a saber qué cosas y para quién. Pero desde luego, algo estaba claro, hacía frío.
En pijama y con una taza de café con leche caliente, miró por última vez a través de la ventana y se dirigió hacía el ordenador, que con su pantalla blanquecina iluminada la habitación a oscuras y dotada a todo el cuarto de un ambiente artificial. En la pantalla del computador una hoja en blanco esperando. Tenía que terminar una entrada para su blog y se sentía trabado, sin ideas. No era la primera vez que tal cosa le ocurría, pero hoy por motivos desconocidos no parecía encontrar la inspiración. Puso música y comenzó a teclear sin leer lo que sus rápidos dedos dictaban. Era la historia de navidad y de un niño. Continuó hasta que parando de golpe, borró todo lo que tenía escrito. Tomó un sorbo de café y se dejó caer en su silla.
Con un giro de 180º y quedando de espaldas a la pantalla se levantó y fue al baño. Se ajustó bien las zapatillas y se levantó, mirando de reojo el ordenador y cogiendo en su mano derecha el café.
En el aseó la bombilla se iluminó. Mientras orinaba divisó una enorme caja llena de zapatos y zapatillas. Ya tenía entrada pensaba mientras se lavaba las manos.
Tenía que preparar el montaje para sacar la foto. Colocó el calzado en el suelo y probando la mejor toma zas. Una foto y una entrada nueva para el blog. Sin embargo, mientras la página de Internet le decía que la subida del post se había completado correctamente, él seguía mirando atentamente ese conjunto de zapatillas y zapatos. Pasó el tiempo, tic-tac, tic-tac, tic-tac.... y la música de fondo.
Se levantó de golpe, se quitó el pijama y se dirigió hacia el armario donde cogió lo primero que encontró. Vio su cuerpo desnudo en el espejo, vio sus ojos reflejados y se vistió. Se acercó al montón de zapatillas y zapatos, cogió un par de las primeras, se calzó y dando el último trago al café con leche salió de casa...

Wednesday, December 13, 2006

A quién buen árbol se arrima….

No sé si alguna vez les han dicho que no todas las personas son trigo limpio. Lamentablemente eso es cierto, porque por mucho que uno quiera ponerse la venda de la bondad absoluta, mas bien ingenuidad extrema, y ver a todas las personas que nos rodean como excelentes seres humanos llenos de virtud y dignidad, la realidad es muy diferente. Si amigos, no todas esos seres que nos circundan tienen cosas buenas.
Por eso les recomiendo, si es que me permiten tan osadía, que sean tremendamente egoístas a la hora de rodearse de personas. Y aunque miles de veces hayan oído que no es bueno pedir nada a cambio, que hay que dar para recibir o que la amistad se basa en algo más que una relación de toma y daca; eso es falso. Uno tiene que conseguir, por salud y bienestar propio, de gente que le aporte algo nuevo y valioso, de personas de las cuales, aunque no aprendamos siempre, nos enseñen cosas antes desconocidas y nos descubran aquello que antes no sabíamos.
Pero no sólo en el terreno más meramente intelectual, como quizás se puede entender la lista anterior. Es necesario rodearse de gente que nos transmita vitalidad, ganas de vivir, sentimientos, si han leído bien, sentimientos ahora que estos parece que nadie valora correctamente, pero no solamente sentimientos, sino también valores y creencias que nos motiven a ser mejores personas. Más de uno, bueno, principalmente uno me dirá que eso debe buscarlo la persona de manera personal, sin necesitar de nadie más, y aunque es cierto, ¿no es una pretensión de soberbia y falta de modestia decir que no necesitamos de nadie para que nos enseñe cosas nuevas, nos motive?
Si amigos, rodéense de ese tipo de personitas que les hacen sentir bien, no se preocupen por ser egoístas. De esa gente que disfruta con su compañía, que mantienen una charla amena, que les oyen, que aunque parezca mentira sin saber muy bien por qué siguen ahí año tras año a pesar de los altibajos.
Mi filosofía siempre ha sido rodearme de los mejores o de aquellos a los que creo mejor que yo. Puedo decir bien alto que todas las personas que de verdad me importan y rodean tienen muchísimas más virtudes y bondades que yo, que de ellas aprendo cosas que por mí sólo jamás conseguiría alcanzar y que me motivan a ser mejor cada día porque ellos lo son también. Por eso a todos ellos, los pocos, los elegidos y elegidas, gracias por todo lo que me enseñan.

Tuesday, December 05, 2006

Orgullo y satisfacción

satisfacción.
(Del lat. satisfactĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de satisfacer o satisfacerse.
2. f. Razón, acción o modo con que se sosiega y responde enteramente a una queja, sentimiento o razón contraria.
3. f. Presunción, vanagloria. Tener mucha satisfacción de sí mismo.
4. f. Confianza o seguridad del ánimo.
5. f. Cumplimiento del deseo o del gusto.
6. f. Una de las tres partes del sacramento de la penitencia, que consiste en pagar con obras de penitencia la pena debida por las culpas cometidas.

orgullo.
(Del cat. orgull).
1. m. Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas.

Suele decir cierta persona regia en estas épocas que se acercan tan navideñas eso de "me llena de orgullo y satisfacción...". Pues yo también hoy quiero decir esas dos palabritas bien alto y bien claras. Me siento ORGULLOSO Y SATISFECHO, y mucho. Les cuento el porque.

Tengo dos amigos que mira por donde comparten nombre: David. El primero regenta cierto rincón y acaba de aprobar su proyecto con Matrícula de Honor. El segundo es de Coruña y compañero mío de facultad que acaba de aprobar unas oposiciones al INE, es decir, tiene ya trabajo de por vida.

Sirva este post de regalo y reconocimiento de este humilde intento de escritor para ambos. El primero por demostrar que el trabajo, el esfuerzo, la dedicación constate, la profesionalidad y esa cosita que tienen algunos por lo bien hecho tiene recompensa, y vaya recompensa. En dos palabras. Muy bien campeón, con dos huevos si señor. Me siento orgulloso y satisfecho.

Al segundo, por luchar contra viento y marea, por no dejarse vencer por los dimes y diretes que le aconsejaban todo lo contrario, por los que no creían en él y demostrar que lo importante es tener un sueño e ir a por él.En dos palabras. Muy bien campeón, con dos huevos si señor. Me siento orgulloso y satisfecho.

Hace cinco días me hacía feliz el futuro funcionario y ayer el peazo de ingeniero en informática. A los dos mis mejores deseos, sólo espero que sigan dejándome disfrutar a su lado todos estos magníficos momentos.

Monday, December 04, 2006

Te echo de menos

Un jardín de hojas cubre las calles. El viento las mueve a su antojo aquí y allá. Los árboles poco a poco comienzan a desnudarse, bonita ironía ahora que poco a poco el frío se instala en nuestros cuerpos. Gotitas de lluvia contra el cristal.
Mi mirada perdida a lo lejos, muy cerca de la ventana, intentando no perder de vista los últimos rayos de sol del día. Un café en la taza inundado de olor amargo la habitación, compitiendo por el espacio contra una sinfonía de piano y sus melancólicas notas. Las gotitas siguen lanzándose contra el cristal en su vano intento por mojarme.
Te echo de menos. Pocas palabras. Para qué usar más, para qué escribir miles de pensamientos agolpados incesantemente en mi cabeza, si con esas tristes y solitarias palabritas puedo decir todo lo que quiero: te echo de menos.
Qué más da que lo supiésemos. Ser consciente de un dolor no mitiga su efecto ni aligera su carga. Los dos sabíamos que la distancia era muy larga pero algo muy infantil nos llevaba a mantener a la más infiel e inestable de las mentiras: la esperanza.
Ahora podría decirme que echo de menos tus labios y tu cuerpo. Que añoro el olor de tu cabello y me siento vacío sin tus manos. Que anhelo tu compañía y extraño el calor de tu sexo. Que me pierdo los fines de semana sin tu sonrisa y me encierro dentro de mi alma al no ver tus ojos negros. Podría decírmelo, pero no me lo digo, no, me lo clavo en fuego al no poder olvidar que te echo de menos.
Por qué nos engañamos de esa manera al jurarnos que los caminos entre los dos no nos distanciarían a pesar de la distancia de nuestros cuerpos. Caímos en la dulce morfina de la vaga esperanza de los que saben que van a perder todo lo que tienen, pero aún así, esa noche me confesaste con tus lindos ojos que no sería así, y yo, como un drogadicto necesitado de sus dosis, tomé la metadona de tus labios sin pensar, iluso, el mono que ahora tengo de ti.
Sin embargo, a pesar de los meses pasados, me mantuve firme en mi compromiso. Fiel. Vaya palabrita más ridícula. Pocos saben lo que significa y menos aún los que la llevan a la práctica. Por qué te digo todo esto, ahora que te echo de menos. Porque el viento, mientras arrastraba a su antojo hojas amarillas y marrones, mientras dejaba desnudo el tronco de los árboles me susurró aquello que no quería oír. El castillo de naipes se desmoronó. La esperanza se perdió.
Los dos sabíamos que era mucho tiempo, que mayor aún era la distancia que nos separaba, pero yo, tonto de mí, volaba cada noche a tu lado. No necesitaba de aviones o aves que me transportasen, me sobraba con pensar en tu cabello y tus suaves manos, en el dulce tacto de tus labios y la alegre sonrisa de tu boca.
No importan las causas ni el por qué. Lo hecho hecho está. Ahora ya no podré volar más a tu lado. No te culpo, has buscado cerca aquello que tenías lejos. Sin embargo dime como has logrado librarte de este sentimiento que yo tengo, cómo has conseguido enterrar la sangre que ahora corre por mis venas clamando al unísono un grito al viento: esa estúpida frase de que te echo de menos.

Tuesday, November 28, 2006

Otro poema para seguir jugando

Como mis queridos lectores, sobre todo uno, han decidido dejarme sin una entrada donde tenía pensado traducir un poema escrito en alemán. Aquí les dejo uno escrito en lengua andina para retarles haber si encuentran su traducción (por favor, no usen google.)


mawa llamina kawchiri chanqa
wyañuy wañu chikuypi
hathun tayta pachacamac
p'aqo apasanka
apukuwa wan tiraj chanqa
hiway
¿maypinchay sañu wat'ejqa
wiñay kawsay chikarichipuxta

CUMPLEAÑOS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Pues sí, hoy, oficialmente a las tres de la madrugada tengo ya 27 preciosos y muy bien llevados añitos. Para que decir más.

P.D.: Gracias a los que me han felicitado ya en el anterior post. Son ustedes unas joyas sin precio. Un abrazo para David y Rocío.

Monday, November 27, 2006

Un añito más pal saco....

Pues si señores, 27 añitos hace ya que el aquí presente anda suelto por los mundos de dios (ahorrarse comentarios sarcásticos referentes a la edad, por favor). Ahora que el 2 se va y el 3 se acerca, para que vamos a negarlo, la sensación de que uno es joven pero ojo, (y esto va a por ti, si, que tienes cierta tendencia a llamarme abuelo o cosas peores), no es sinónimo de ser viejo o mayor. Me siento muy joven y con ganas de seguir aprendiendo y experimentando cosas nuevas, al igual que le ocurre a todo adolescente que aún no ha recibido las suficientes galletas de la vida para que cambie su actitud fardona y retadora. Algunos no escarmentamos nunca.
27 años que, independientemente de ser valorados como muchos o como pocos, para mí han sido maravillosos, donde he vivido decenas de experiencias buenas y malas, donde he conocido a gente increíble y estupenda que sigue a mi lado después de tanto tiempo y otras que han desaparecido, unas haciendo más ruido que otras.
Por eso, ahora que estoy de cumpleaños quiero agradecer a todos los que después de tanto tiempo siguen ahí, no importa el medio ni el cómo, la compañía y la amistada dada, no voy a decir sin nada a cambio, porque la amistad necesita ser trabajada día a día, segundo a segundo. Y si siguen ahí, es porque mi trabajo da sus frutos y ustedes, mis amigos y lectores, consideran que merezco recoger los beneficios de mi tarea.
Para todos ustedes, para todos vosotros: un brindis virtual y un trozo de tarta, espero que dentro de otros 27 años, podamos seguir celebrando no sólo mi cumpleaños, sino también los suyos.

Tuesday, November 21, 2006

En alemán

Conozco un Oso con gran interés por los idiomas. Por eso, ahora que me ha dicho que asiste a clases de alemán, dejo aquí uno de los pocos poemas que tengo en mi cuaderno azul escritos en la lengua de Goethe y que asi vaya entrenándose.

Dankesschuld (50 Jahre nach der Machteinsetzung Hitlers)

Viel zu gewohnt / uns vor Entrüstung zu schütteln / über die Verbrechen / der Hakenkreuzzeit // vergessen wir / unseren Vorgängern doch ein wenig / dankbar zu sein / dafür daß uns ihre Taten // immer noch helfen könnten / die ungleich größere Untat / die wir heute vorbereiten / rechtzeitig zu erkennen


P.D.: Un día de estos la traducción. Por cierto, resulta divertida la entrada que la RAE trae al rspecto de lo que es un oso. Espero que nadie se sienta aludido a todas las características que los académicos parecen atribuírle a este plantígrado.

Monday, November 20, 2006

Lavado de cara

Los blog al igual que todas las cosas necesitan un lavado de cara e imagen para no aburrir y pasar inadvertidos. Me resistía a cambiar el aspecto de este blog porque tengo una relación con este espacio muy especial, algo que no puedo describir muy bien pero que seguro que todos los que escriben sus respectivos rincones saben a lo que me refiero.

Post it a cambiado de cara porque el autor ha cambiado también, o por lo menos lo siente así. Lo que no se ha modificado es la filosofía del blog, ni tampoco la alegría que me supone cada vez que entro a él y encuentro nuevos post it escritos por mis escasos pero excelentes lectores. Seguiría escribiendo aunque ustedes no me leyesen, pero saber que ustedes están ahi es una droga que estimula para hacerlo cada vez mejor. Gracias.

Sunday, November 05, 2006

Sentir

Seguro que lo han sentido alguna vez, esa quemazón, esa desazón intranquila que les duele muy dentro del cuerpo. Una punzada clavada que les impide pensar claramente en otra cosa que no sea ese objeto de deseo y sufrimiento. ¿Quién no lo ha sentido alguna vez?
El levantar la vista y ver esos ojos que uno ansía en todo momento lejos y cercanos a la vez, los zafiros brillantes de una cara dulce que nos sonríe abiertamente, mientras sonrojados apartamos la mirada cuando nos vemos descubiertos.
Recordar cada día un gesto, un simple roce fortuito, una palabra, cualquier cosa que nos haga especiales, elegidos, únicos, que confirme nuestros más profundos sueños y deseos. Si, es suficiente un simple gesto para que nuestra alma ansiosa se vea colmada por unos momentos de paz, para al instante volver a desear más, cada día un poco más, cual drogadicto con síndrome de abstinencia.
Noches enteras en vela con la mirada perdida en una esperanza falsa de compromiso y aceptación, de melancolía desenfrenada pensando. Decenas de cartas y hojas escritas escondidas bajo llave en cajón, signo de la cobardía y el miedo al rechazo, al más duro de los fracasos y el más desalentador de los dolores. Canciones sonando en todo momento, ocultado un silencio tenebroso, llenando el vacío de una voz que nos falta, que sentimos lejos y queremos a nuestro lado. Letras de esperanza y dolor que se entremezclan, que nos dicen lo que queremos oír.
Esa punzada cada vez más honda y fuerte en nuestro corazón, el deseo cada vez más imperioso de estar más tiempo a su lado, el continuo teatro de mentiras y engaños para ocultar lo que nuestro ser quiere besar. El querer tocar el cielo y no llegar más allá de un palmo del maldito suelo, el intentar besar esos labios tan carnosos y rojos que se fijan como un tatuaje de fuego en la retina de nuestros ojos. La desesperanza continua de la esperanza futura, de la realidad siempre soñada, del beso nunca logrado, de la caricia perdida una noche de fiesta.
Perdidos en una soledad ruidosa de gente que nos rodea, los solitarios que beben buscando valentía, refugio, olvido. Y a nuestro lado una figura que nos maltrata y nos llena por igual, el dulce cuerpo del deseo que anhelamos y nos castiga por no poder poseerlo.
Quién no lo ha sentido alguna vez…

El otoño

La ventana se llena de gotitas de agua pequeñitas, gotas de lluvia descarriadas en su caminar hacia el suelo que se pierden por un momento delante mía. El frío se asoma a lo lejos, desafiante y altivo, amenazando con su gélido tacto todo aquello que se atreva a entrometerse en su avance. Las hojas se desmoronan desde las alturas en un vuelo lento y gracioso, llevadas por un viento que las mece y las transporta al mismo tiempo.
Los días han perdido luz y han ganado marrones y ocres, tonalidades de tierra y agua, colores que transmiten la tranquilidad después de la explosión del verano. Es momento de pasear en alfombras de hojas marchitas y sentir las primeras notas de frío, jugar con el vaho al respirar, pisar los charcos del camino como niños, tomar café leyendo poemas y viendo correr sombras por culpa de la lluvia.
El otoño ha llegado…

Friday, October 27, 2006

La habitación de llorar

Regreso a mi blog después de un tiempo de descanso auto-impuesto por una necesidad interna de pensar y guardarme ciertas cosas y mi adaptación a lo que es mi nueva casa, Madrid.
La adaptación de momento está en ciernes, pues es demasiado pronto para hacer una evaluación sobre lo bien o lo mal que puede tratarme esta ciudad, de la cual se oyen miles de dimes y diretes increíblemente buenas y malas. Confieso que estoy asombrado y maravillado de las miles de cosas nuevas que se muestran a mis ojos y que ansioso deseo conocer y descubrir (esta ciudad para un sociólogo es un tesoro y gratis).
El pensar y guardar mis pensamientos es una etapa que sufro de vez en cuando, que me permite reflexionar en voz baja, tranquila e íntima sobre los temas y problemas que me interesan y preocupan, con el sosiego y la paz que supone no tener que dar explicaciones a nadie sobre por qué martirizo mis neuronas con esos pensamientos, y sobre todo, sin tener que preocupar a la gente que me rodea con ellos.
No voy a decirles sobre lo que he pensado en este período de tiempo, pero si quiero compartir con todos aquellos que me leen la conclusión a la que llegué. No se trata de una gran frase con profundidad filosófica o vitalista, ni guarda una gran sabiduría que guíe nuestra vida y aporte las respuestas a las preguntas que el camino nos lanza en todo momento. Simplemente se trata de la habitación para llorar, y antes de prejuzgarme sigan leyendo, denme una oportunidad antes de tacharme de amargado y melancólico.
La habitación de llorar se trata al fin y al cabo de una actitud, una forma de ser respetable pero nada afortunada. Ese cuarto de lágrimas al que me refiero, es si queremos verlo así, como el espacio íntimo e invisible al que recurrimos cuando los problemas de la realidad nos desbordan y nada parece mostrarse claro. En ella obtenemos el silencio, la paz, la tranquilidad e incluso puede, que el sosiego que se busca cuando vivimos una mala situación; incluso puede que recibamos alguna visita de alguien importante para nosotros que nos de aliento y ánimos. ¿Que bonito lugar es la habitación de llorara verdad?, pues no. Es una mierda. La peor decisión que uno puede tomar, diría más, es la opción del cobarde. Siento ser tan duro, sobre todo para aquellos que recurren constantemente a ese rincón, pero es una realidad.
Las cuatro paredes de la amargura no sirven de nada porque, amigos míos, cuando uno se harta de llorar y decide volver a salir de él, se da cuenta de una trágica realidad: los problemas siguen ahí y no se han solucionado. ¿Qué hacemos entonces, volvemos a la habitación a lagrimar de nuevo? Seguro que muchos habrán ya pensado que volver significa que cuando volvamos a salir, las cosas seguirán sin resolverse.
Así que frente al rincón triste de las lágrimas sólo nos queda una cosa, el hacer algo, así de simple. Ante una actitud pasiva se nos impone la necesidad de ser activos, de sacar fuerzas de flaqueza y mirar los problemas cara a cara y buscarles una respuesta. Claro que no es el camino fácil, todo lo contrario, es el más largo, duro y difícil de todos, e incluso por si todo lo anterior no fuese suficiente, tenemos que sumar el dato de que muchas veces nos partimos el cuerpo y el alma buscando soluciones y nos damos cuenta de que no hay nada que hacer. Pero ahí radica la grandeza de esta otra forma de ser, de vivir.
Cuando uno toma la actitud de actuar, aunque se fracase o no se obtengan los resultados esperados, sabremos que hemos puesto de nuestra parte toda la carne en el asador, somos conscientes de que las palabras miedo, pereza, pasividad, cobardía no nos definen, que no van con nosotros. Nos queda el orgullo de habernos estrellado contra el muro con toda la fuerza, y no quedarnos encerrados sin hacer nada y acabar estrellados más tarde, porque eso sí, el muro no va a desaparecer por mucho que intentemos derribarlo a base de lágrimas.
Para terminar, me permito la desfachatez y la osadía de darles un consejo: si conocen a una persona de esas que no se esconde en la habitación de llorar, no la dejen escapar, cuídenla y mantengan contacto con ella en todo momento, cueste lo que les cueste, pero sobre todo, aprendan de ella todo lo que puedan y escuchen muy atentamente lo que les dice, no la martiricen siempre con sus problemas y abran sus mentes y cállense un momento, verán que sin darse cuenta, ellos mismos le están dando la solución a sus problemas, pero únicamente están esperando que sean ustedes los que se decidan hacerlo, es decir, a que sean ustedes los que se levanten e inicien el camino difícil que ellos ya están recorriendo; no podemos ser tan malos y pedirles que también nos guíen a nosotros.

Sunday, October 08, 2006

El pasado con una sonrisa

No es bueno ni saludable tener la vista anclada en el pasado, simplemente porque como dice el refrán agua pasada no mueve molinos, así de simple, sin embargo es necesario alguna vez hacer un alto en el camino y ver como hemos llegado hasta donde estamos, ver lo que ha pasado, las cosas que han cambiado y las que siguen igual, porque nunca se sabe lo que uno puede sacar en conclusión de dicha reflexión.
No voy yo a exponerles aquí mi vida resumida en breves líneas ni a contarles cosas de mi pasado, para eso tienen otros mensajes en este blog si quieren ver cubierta su curiosidad. Este post es llano y sencillamente una puesta en escrito sobre las cosas que pueden habernos ocurrido a todos nosotros o no, como un experimento en el fondo para comprobar hasta que punto, quizás, la vida y sus sucesos no nos separen tanto a este intento de escritor y ustedes, mis valiosos lectores y lectoras (cada vez más, algo que alimenta mi ego, para que ocultarlo J ).
En los añitos que tengo ya, 26, que no es que sean muchos la verdad, por mucho que se empeñe el dueño de cierto rincón barrido en llamarme viejo, he vivido ya unas cuantas experiencias muy interesantes vistas ahora desde la lejanía y la calma del tiempo pasado.
¿Se han preguntado alguna vez cuánta gente han conocido ya en sus vidas? Y hablo sólo de las que se acuerdan mejor o peor, no de toda esa otra gente que en algún momento formo parte de su vida y que ahora mismo, no guardan ni un ápice de recuerdo sobre ellas, como si nunca hubiesen existido. He intentando sacar un número aproximado y tuve que parar cuando llegue cerca de los 300 sólo entre compañeros, profesores y amigos de mi vida académica. Con mi vida amorosa lo he tenido más fácil porque aún me acuerdo de todas mis parejas (por lo escasas evidentemente), tanto las más serias como las más formales. Pero les aseguro que el número total de esas personas de poder hallarse sería increíble.
Los recuerdos que más gracia me hacen son los referentes a esos amores insufribles que todos hemos tenido, con mayor o menor intensidad. Esas chicas o esa chica que nos volvió loco, que nos trajo por la calle de la amargura, embobados, enamorados hasta los últimos rincones de nuestro cuerpo. La de veces que imaginaba que reunía el valor para declararme, la de cartas y escritos creados para ella, las entradas en el diario, las borracheras para aliviar el dolor o disimular la debilidad que sentíamos, las falsas esperanzas que nos subían en una montaña rusa de felicidad y tristeza continúas. Ese momento mágico cuando una de ellas nos hizo caso por un segundo o unos minutos, cuando pensamos que nuestros sueños iban a verse cumplidos, cuando nos cogió de la mano, cuando nos rozamos por primera vez. Incluso es probable que nos diese un beso, y ¡que beso amigos!, como en ese pasado ya vivido, parecía que no había persona más alegre en el mundo. Cuando nos dijo que éramos su mejor amigo en una confesión bajo el alcohol o después de un desengaño amoroso, ¡y la cara de gilipollas que se me quedó! No se ustedes, pero vistos ahora estos recuerdos me hacen mucha gracia y me muestran que en este tema, sigo igual de cándido que años atrás.
Y los amigos. La de litros de alcohol que hemos compartido, la de juergas y risas, enfados, peleas, confesiones, descubrimientos, decepciones, etc. Siempre me ha intrigado como nace esa complicidad entre dos personas, esa confianza capaz de superar vergüenzas, miedos y obstáculos internos y que nos permite contar aquello que nunca contaríamos a otra persona. ¿Dónde están los primeros amigos? Los de la infancia, con los que jugábamos inocentemente al balón, a ir en bicicleta, en imaginar mil y un mundos donde éramos los absolutos dueños. ¿Y los otros? Los de hace no mucho, cuando empezábamos a perder la inocencia y la vida nos obligaba a entrar en el mundo de los adultos a trompicones y de forma poco educada. ¿Los conservan aún, tienen contactos con ellos? ¿Cuantas personas siguen ahí después de tanto tiempo? Personalmente en este tema he tenido tantas buenas y malas experiencias por igual que me sorprendo que aún siga pensando que la amistad es un tesoro. Conservo amigos, bueno, uno, desde hace exactamente trece años, nada más y nada menos. Otros se quedaron por el camino, por dejadez, problemas o simplemente por que la vida pasa. Mis amigos más recientes no tienen tantos años, exactamente cinco y cuatro años respectivamente. El tiempo dirá lo que sucede, pero me sigue llamando poderosamente la atención como las promesas de amistad no duran más allá del contacto y las noches de juerga, y no es que me parezca mal.
Si queridos lectores, muchas cosas hemos vivido ya y muchas más nos quedan aún por vivir. Y esa es la magia de la vida, tener la esperanza y la valentía de desear en cada minuto de nuestra existencia que ocurran cosas nuevas, buenas y malas. Que les vaya bonito.

Tuesday, September 26, 2006

Diario de un suicida cobarde

Hace tres años. Si, lo recuerdo perfectamente, hace tres años era un naufrago de esta puta vida. No sé si ustedes habrán sentido alguna vez lo que intento decirles. Esa sensación de vacío, de no saber muy bien el lugar que el cruel destino depara a uno, me encontraba totalmente falto de sentimientos, me sentía como una sombra oscura y triste, perdido en mil acontecimientos que ocurrían a mi alrededor y que no sabía interpretar, y mucho menos saber el papel que me correspondía en los mismos.
Fue una etapa muy difícil para mí, muy difícil, quizás el más largo y doloroso periodo de tiempo donde el que aquí humildemente se desnuda, pasó tragos amargos y sufridos. Y no es que el pasado hubiese sido más comprensivo, pues echando la vista atrás compruebo que tampoco es que todo hubiese sido un camino de rosas, pero no sé muy bien por qué, esas dificultades pasadas se mostraron más fáciles de solucionar o por lo menos, de encontrarle un sentido.
Sin embargo, hace tres años comprobé que la vida a veces como un auténtico puñal duele y mucho. Crearon en mí ser una sensación de algo parecido a la derrota, aunque debo matizar que tampoco se trataba de un sentimiento de perdida o derrota como ya he dicho, simplemente notaba que las fuerzas me habían abandonado, que dentro de mi cuerpo, de mi mente, todo se mostraba muy oscuro y demasiado liado. Jamás durante tanto tiempo se había apoderado totalmente de mi persona el abatimiento, la melancolía, la desgana, el hastío, la necesidad de no hacer nada, en definitiva, era un vagabundo deambulando por una vida que no comprendía y que no hacía más que darme puñaladas, una tras otra y con una saña que hasta llegue a preguntarme si, el destino había decidido joderme como no había jodido a nadie.
Acompañando a todo ese manojo de sensaciones, el impulso incontrolable de beber, de buscar refugio en la bebida de una forma que nunca antes había experimentado. Y bebía porque estaba desolado y aterrado, inundado por un miedo incomprensible a no poder superar ese estado de pobreza moral.
Buscaba calor humano de forma compulsa, casi como un enfermo, era una especie de vampiro de compañía que ansiaba en todo momento no sentirse solo, que tenía pánico de la soledad. El sexo se convirtió en un carrusel de despropósitos desenfrenados, de búsqueda desesperada de algo que no llegaba nunca, pero que ansioso buscaba. Era sexo por el simple gozo de cuerpos, de perderse por unos momentos en unos sentimientos falsos y vacíos, pero que hacían olvidar las otras sensaciones de oquedad y aislamiento. Evidentemente no servía de nada, y lo único que conseguía era aumentar esa sensación desolación interior.
Era una autentica carcasa vacía. Y me consumía poco a poco más aún en esa miseria y oscuridad.
No sé si ustedes alguna vez habrán sentido esa sensación de encontrarse vacíos, de mirarse al espejo y pensar que la única compañía que le esperaba a uno, día tras día, semana tras semana, era una soledad inmensa y sobrecogedora.
Han pasado tres años. Años de cambios, evoluciones, alegrías no esperadas y tristezas no deseadas. De vida en estado puro. La sensación ya no es la misma y la esperanza se muestra en el horizonte como una estrella brillante, dejando los malos recuerdos en eso precisamente, malos recuerdos.
Ha sido un largo viaje y muy difícil, donde unos se han marchado, otros han seguido y algunos se han incorporado. A todos ellos, sin rencor, gracias, y a los que aún siguen ahí, ánimo, como dice un sabio al que debo algunas cosas, nadie dijo que la vida fuese fácil.
Un viaje donde la catarsis de la escritura se ha mostrado como una medicina del alma inmejorable, donde las nuevas metas han abierto caminos que deseo recorrer ansioso, lleno de emoción y ganas de vivir.
No sé si ustedes alguna vez han sentido lo que he intentado decirles, pero si ha sido así, que largos y duros se hacen esos años…

Sin miedo

Alberto, como ves si puedo contar relatos subidos de tono entre dos hombres, J , y por supuesto, la mejor forma de convencerte de que no me avergüenzo de nada de lo ocurrido es esto. A los lectores, sólo decirles que aquí hay mucha verdad y también mucha literatura, no se compliquen, simplemente dejen llevarse. Les pido por un momento que disfruten de la lectura y recuerden una noche mágica con esa persona que les hizo especial y único ese momento, qué más da su sexo, la vida no anda sobrada de magia como para ir mirando esos pequeños e insignificantes detalles.

Miraste los ojos de un hombre ardiente y ansioso de carne y cuerpo, un fuego infernal y prohibido al que no pudiste negarte. Las caricias y los besos llegaron, luego, solos y producto de un instinto desconocido y totalmente animal. Te arrepentiste mil veces después. Pobre idiota.
Este cuerpo que tuvo tus manos en el suyo, tus labios en cada centímetro de su alma aún no se ha arrepentido de esa noche, de hecho, fuiste uno de los culpables de arrojar un poco luz en un tiempo donde sólo había negrura. Nos faltó el querer, pero nos sobró pasión y lujuria.
Me preguntaste no hace mucho si lo recordaba, y te contesté cómo poder olvidarlo. Cómo perder en el pozo de los olvidos esa noche de pecado divino y sexo infernal. Claro que lo recuerdo.
Ese delicioso momento de duda, sorpresa y sobre todo, misteriosa compresión y confabulación desconocida para todos los demás presentes. No sé cuando fue exactamente el instante cuando tus ojos negros se clavaron en los míos, cuando entre tus manos cogiste este corazón, en aquellos tiempos totalmente perdido, y lo hiciste tuyo.
Al momento mis labios se fueron a tu duro y grueso cuello, tus manos se fueron a mi pecho y las mías se perdieron en la espesa y densa mata de cabello de tu cabeza. Estábamos acompañados, pero para nosotros no había nadie, nos encontrábamos en una dimensión totalmente inalcanzable para el resto de los presentes.
Separaste bruscamente mis labios de tu cuello y me preguntaste sin hablar si estaba seguro, fue fácil contestarte cuando uní mis labios a los tuyos en un beso profundo. En ese instante ya no tenías dudas, yo hacía tiempo que las había descartado.
En la playa y desnudos, únicamente acompañados por la luna y cubiertos por una cama de arena y olas de mar, nos revolcamos como colegiales la primera vez, y es que, era nuestra primera vez.
Recuerdo como hundiste tu cabeza en mi ingle y tu boca busco aquello que deseaba por instinto, como mi cuerpo ansioso de ese placer no fue parco en agradecimientos, como mis manos intentaban tocar tu cuerpo lejano y tan cercano a la vez. Para qué contar el resto, eso sólo lo saben el cielo y el mar, la playa y nosotros.
No hubo un te quiero, ni nada de eso, los dos sabíamos que sólo buscábamos sexo, perdernos en un mar de pasiones y lujuria para olvidar lo que antes habíamos cargado a nuestras espaldas. Es cierto que hubo un tiempo después, que estuve perdido y algo dubitativo, pero cada vez que el sentimiento de duda asomaba, recordaba lo ocurrido y todo se pasaba.
Qué más daba que fueses un hombre y yo otro, qué más da que yo nunca antes lo hubiese hecho con otro, qué importaba, lo único de verdad importante fue que dos almas perdidas compartieron por un momento algo. Y aún me preguntas si lo recuerdo. Y aún dudas si me arrepiento. Lo único que me pregunto es por qué no he vuelto a tenerte a mi lado…

Monday, September 18, 2006

Reflexiones sobre palabritas. Post data sobre aniversario.

No soy yo de reflexionar en voz alta en este blog, y mucho menos hacerlo sobre cuestiones o temas personales que más o menos me afectan de forma directa, pues cuando concebí la idea de este trozo de papel virtual, lo hice como mera plataforma donde colgar mis escritos más fantasiosos o novelescos si prefieren llamarlos así. Me gusta escribir, y por supuesto, me gusta que me lean, aunque seguiría escribiendo aunque no lo hiciesen, pues de hecho, así fue durante mucho tiempo, y conservo muchos relatos y cuentos que no han sido leídos y están esperando en la recamara que me anime a su publicación o que reúna el valor suficiente para colgarlos de la red.
El lector avispado ahora mismo estará con la mosca detrás de la oreja pensando: ¡pero este hombre de que va!, si por todo el blog existen ya varios relatos y escritos donde habla de cuestiones personales. Touché. Es cierto, esos fragmentos están ahí, la mayoría escritos por la necesidad de aligerar la carga emocional del momento, por traspasar el límite personal de ingesta de alcohol con sus consecuencias o simplemente por catarsis, al necesitar ver escrito lo que pasaba por mi mente para luego reflexionar sobre ello. También es cierto, y el lector inteligente y atento me dirá, que es imposible no reflejar cierta parte personal, del ego más subconsciente, en cada cosa que uno escribe, y yo le diré que eso es cierto, que entre las pinceladas intencionadas a las situaciones o personajes que uno da adrede, y las que el subconsciente cola sin permiso del autor, es inevitable no verter algo de las miserias y grandezas de uno en lo escrito. Sin embargo, la gran mayoría de los textos escritos aquí son relatos o cuentos, con más o menos carga personal, pero nunca reflexiones personales directas.
Pero hoy quiero pensar en alto y delante de ustedes. Y quiero hacerlo sobre el consumo de lo que llamo fast feel. O sea, y perdón si mi inglés no es bueno, los sentimientos rápidos, del estilo fast food.
La sociedad que nos ha tocado vivir nos ha impuesto a todos una dinámica clara, el tiempo es oro, y por lo tanto, debemos aprovecharlo al máximo. Pero a mayores, nos impone la obligación de la movilidad, es decir, la necesidad de cambiar constantemente de lugar para buscar las mejores oportunidades de promoción y formación. Nos vemos avocados a ser flexibles para así no perder el tren de alta velocidad que es la vida. Por eso, estudiamos la educación básica en un lugar, la universitaria en otra, posiblemente muchos opten por la post-universitaria en otro lugar y acaben encontrando trabajo en otro sitio. Cinco años acá, otros tres o cinco allí, otro más allá e incluso el trabajo más acullá. Eso supone, que en menos de a lo mejor 12 o 15 años, uno acaba iniciando relaciones personales de compañerismo o amistad por decenas, en breves y cortos periodos de duración, abocadas la mayoría a sobrevivir un año o dos por encima de la marcha hacia otro lugar que supone la ruptura física de la relación. Y sólo son muy pocas aquellas incluso las que cumples esta última característica.
No quiero hacer pensar a mis lectores que estoy disgustado con esa situación o que la rechazo e incluso me auto-compadezco de tener que vivirla. Todo lo contrario, me gusta viajar, me gusta conocer gente y lugares nuevos, soy un alma inquieta y muy abierto a vivir experiencias nuevas. Además de ser muy competitivo, lo cual me lleva siempre a intentar dar un paso más allá para ser mejor y buscar constantemente los lugares donde puedo conseguirlo.
Sin embargo, esta la situación de fast feel que he descrito me hace reflexionar sobre como algunas palabras para mi muy importantes comienzan a perder valor o estar vacías de contenido. ¿Qué significan hoy en día palabras como compromiso, fidelidad, respeto, confianza? Es como si en el subconsciente general de todos existiese el mecanismo que nos dijera que no debemos comprometernos mucho en una relación, pues sabemos que va a durar lo que dura un año académico o una carrera universitaria, o incluso un contrato temporal. ¿Por qué tengo que respetar a mi compañero de trabajo, si se que dentro de tres meses me voy a la calle? ¿Por qué ser fiel a una amiga o novia, si me queda menos de un año para acabar la carrera y luego todo se habrá acabado?
Soy consciente de que las relaciones necesitan muy mucho de una componente, llamémosla, física, de contacto. Sobre todo si hablamos de relaciones de noviazgo. Pero también me pregunto hasta que punto los sentimientos antes sentidos han sido auténticos, productos de un compromiso, o por el contrario, ese compromiso desaparece debido a la temporalidad de esa vivencia, la cual es conocida, y nos lleva a un consumo rápido de sentimientos intensos pero poco duraderos. Y por supuesto, me conducen a otra reflexión, son los sentimientos que llamo fast feel mejores o peores que los, denominémoslos, tradicionales. La respuesta se la dejo a ustedes.
Soy consciente de que mis circunstancias vitales personales hacen que a lo mejor tenga una óptica desvirtuada de lo que ocurre, y en realidad todo esto no sea así. Sin embargo, tengo la sensación de que no soy el único que piensa así.
He sentido muchas veces que no hay ya capacidad de entrega, de sacrificio, de compromiso por el trabajo, los estudios, pero también sobre las relaciones personales. Cuántas veces no hemos oído la manida frase de que “seremos amigos para siempre”, o nos “mantendremos en contacto”, o nos “llamaremos”; pero en el fondo sabemos que no lo haremos, que no tenemos la capacidad de compromiso para llevarlo a cabo.
Y no hablemos ya del respeto. No respetamos a nadie, porque sabemos que difícilmente volveremos a toparnos con ella. No respetamos a nuestros vecinos de edificio, pues el alquiler dura sólo un año, no respetamos a nuestros profesores porque sólo nos darán una asignatura y luego si te he visto no me acuerdo. A nuestros compañeros los perderemos de vista dentro de un tiempo, para que intentar ser mejor persona con ellos, si todo el esfuerzo que dedique a ello se acabará cuando acabe mi carrera o este año.
Yo no sé si estoy escribiendo un discurso hipócrita, pues resulta que a lo mejor actúo igual que lo que no me gusta; sin embargo, si pienso que algo me describe como amigo, novio o persona es que intento siempre llenar de sentido y valor palabras como compromiso, lealtad, fidelidad o respeto. Son ustedes los que tienen que juzgarme al respecto.
Y toda esta larga y aburrida reflexión tiene como motivo, que si ustedes tienen a su alrededor personas que también lograr dar contenido a esas palabras no les hagan dudar, que también les hagan conscientes de que para ustedes también esas palabras tienen significado y se lo hagan saber. Si tienen a su lado amigos, parejas, padres, etc. comprometidos, leales, fieles, respetuosos tienen tesoros invalorables. Lo sé. Sé que soy un viejo tradicional en este aspecto a lo mejor. Pero si para ustedes este viejo tiene algo de razón, háganme un pequeño favor, díganle a quien tengan de decírselo, eso se lo dejo a ustedes, que les quieren, que les respetan, agradézcanselo. Dediquen un tiempo de este fast feel que vivimos a decir cosas como: te quiero, te respeto, gracias.
Y para servir de ejemplo, a todos los que me leen, que sepan que soy consciente de mi compromiso, que les agradezco su tiempo. A mi seres queridos que les quiero. Y por supuesto, a mis amigos, que les agradezco todo y cada uno de los momentos compartidos. Espero que todos, lectores, seres queridos y amigos sigan ahí, independientemente desde donde les escriba. Yo por mi parte haré que todo lo que esté en mi mano para que el compromiso que tengo con cada uno de ustedes no se pierda ni se consuma.

P.D. : El blog ha cumplido ya un año, no lo he celebrado ni puesto ningún post, y desconozco el motivo. Sobre todo cuando estoy muy orgulloso de él, aunque no reciba muchas visitas ni tenga muchos lectores, la verdad es que es algo importante para mí. De todas formas, sirva este post para festejarlo con todos los que llevan un año leyendo todo lo que publico de manera fiel. Mirá tu que bien, hablando de la fidelidad y la lealtad. Gracias a todos, a los que vienen siempre y los que sólo han venido es contadas ocasiones. Y gracias sobre todo a David , por ser el mejor lector y el más crítico que tengo, por no perderte ni una sola publicación y por todos los comentarios, espero que sigas ahi mucho tiempo, jajajajajajaja, egoístamente sienta bien saber que lo leen, y personalmente agradezco tu tiempo hacia mi persona, por lo menos hacia mis escritos.

Sunday, September 10, 2006

Lo grandioso de la literatura es que habla de un pedacito de nosotros aun cuando nosotros no somos los protagonistas de la historia, ¿o sí?

Dedicado a mis lectores, por permitirme el placer totalmente egoísta de sentirme leído.

Allí seguían los dos cuerpos unidos en un profundo abrazo. La cabeza de ella sobre el torso de él, arrodillados dos los en la cama, mientras la larga cabellera castaña de ella caía sobre su cuerpo como una suave sábana de seda. La fuerte y dulce mano de él la acariciaba con cariño y amor, susurrándole al oído palabritas mágicas para calmar el desánimo y la tristeza que la invadían desde hacía más o menos una hora. Su cabeza no paraba de preguntarse el por qué de haber llegado tan lejos, a pesar de las advertencias de él. Sin embargo, ella pensaba que sería una magnifica prueba de amor el demostrarle que sería capaz de aguantar lo que él ocultaba, y ahora, estaba pagando las consecuencias. No porque lo que viese fuese repugnante o desagradable, porque descubriese que él no la amaba, o que se ocultase debajo de todas esas capas y disfraces una persona maligna o perversa. Todo lo contrario. Encontró lo que buscaba, una persona tan buena y tan mala como cualquiera, con todas las miserias y virtudes propias de un chiquillo de veinte y tantos años. Él seguía consolándola con toda la dulzura que podía y sabía.
Ahora ya conocía que ocultaba debajo de tanto papel interpretado. Un pecho, un cuerpo, un alma sencilla y limpia, un hombre normal y totalmente entregado a su amor, pero, y que grande era ese pero, conocedor de lo único que ella no quería conocer y él quería ocultar. El tiempo.
Si, el tiempo. Él sabía que su naturaleza, su verdadero yo incluía un alma viajera, un pedazo en su ser que le obligaba a levantar el vuelo cada cierto tiempo. Era conocedor de que ese amor se acabaría llegado un momento, no por problemas o que por culpa del pasar del tiempo, esa devoción mutua se perdiese o fuese a menos, no.
Él era un marinero, de esos de rostro viejo y cansado, que entregaba en todo momento lo que poseía y sentía a aquel que tuviese la paciencia de esperar, mirar más allá que con los ojos. Nadie mejor que él representaba el carpe diem de los antiguos sabios del renacimiento. Su vitalidad y alegría eran el aura que le rodeaban, que intentaba mostrar a todos, que contagiaba y emana de su ser. Tanto como lo eran su seriedad cuando había que serlo, su tristeza y lloros cuando algo le dolía, en fin, una persona con todas sus virtudes y defectos.
Sin embargo, con todo eso iba su necesidad de viajar. Era un alma viajera, incapaz de echar raíces en un lugar. Y lo sabía. Conocía también que no deseaba por ello hacer daño a los demás cuando iniciaba una marcha de nuevo. Lo único que le permitía seguir vivo y en paz consigo mismo cuando se iba, era saber que no llevaba sus alforjas con pesos que no deseaba y, mucho menos, con penas y dolores que no quería y menos pretendía levantar. Y todo había funcionado siempre así hasta ahora.
Su cuerpo desnudo mostraba que incapaz de evitar su ansía de viajar, esta vez sus saquillos no irían vacíos, y por desgracia, no podía evitar dejar atrás un rastro de dolor y amargura. Tristeza que por su culpa infligía a dos bandas. Primero a ella, por mostrarle que ese amor tenía un fin, y nunca al ser amado le gusta saber con certeza que el amor tiene su cenit. A eso se unía el daño que se hacia a él mismo, pues dejarla atrás suponía para su ser una verdadera cicatriz que difícilmente podría olvidar y que durante mucho tiempo estaría marcado a sangre y fuego en su auténtico yo. Por tanto, ese daño propio aumentaba aún más el daño infligido a su amada. Todo se convertía en un círculo de heridas que no dejaba a nadie ileso.
Allí seguían abrazados los dos, unidos con fuerza, conocedores de la verdad. Él la cogió con dulzura con sus manos en sus mejillas, le levanto la cara y mirándola fijamente a sus ojos le beso la frente y luego un fuerte beso en los labios. “Te quiero” le dijo, “te amo” le dijo ella. ¿Y ahora qué? Pues él se fue una mañana, sin decir nada, sin miedo, empezando de nuevo su interminable camino, pero esta vez no era como las otras, esta vez había un pero….

Friday, September 08, 2006

Palabras, sólo palabras

Sigo esperando. Cada tic tac de reloj es un pasar de tiempo que me agota y me vacía lentamente, aguardando a alguien que me diga dos dulces palabras. Y mientras desespero en brazos del dios Cronos y envejezco, a mi castigada mente se agolpan los días que han pasado desde la última vez que amé.
Pobre de aquel que nunca amó, pobre de aquel que jamás sintió el dulce castigo de perder la cordura en manos de su amante, en desorientarse del norte lógico por culpa del cuerpo que le busca y ansía. Pobre, si pobre, de aquel que orgulloso habla de su soledad. Porque aquí estoy yo, el más solitario compañero de la soledad esperando que alguien me diga dos dulces palabras.
Cuanto tiempo sin poder mirar unos ojos cómplices, sin tener una sonrisa al oído que me susurre besos, sin unas manos fuertes que me abracen.
Ahora encerrado en los barrotes de mi soledad, sigo esperando, tic tac, mirando como las agujas del reloj avanzan, mientras este triste cuerpo se marchita y se despide, anhelando que al maldito palomo le apetezca y venga a la mano, amargo o dulce, enemigo o amigo, veneno o caramelo; porque sigo esperando que alguien me diga dos dulces palabras…

Sexo

Noté sus labios besando con fuerza los míos, su lengua buscando algo dentro, jugando impetuosa e indecorosa en una danza nada inocente con la mía. Mis manos, mis dedos, cada palma de mi sudorosa piel acariciando sus duros y suaves pechos de mujer joven. Mordisqueando con cierta saña mi cuello, mi torso, todo mi cuerpo de hombre ansioso de sexo salvaje y desenfrenado.
Su pelo cayendo sobre mi abdomen mientras sus dulces y calientes labios comienzan a descender cada vez más, hasta que una húmeda sensación delata que su hambrienta boca de sexo y amor comienza a besar el comienzo de mi pene. Una suave caricia de labios que poco a poco empieza a cerrarse sobre un tronco de carne enhiesto y deseoso de vencer cualquier pudor, con esos labios recorriendo cada centímetro mientras de mi pecho y de mis adentros suspiros de gozo subían cada vez más alto.
Con un movimiento fuerte la vuelco en la cama y hundo mi cara en su pechos suaves como la seda y comienzo a saborear lentamente cada milímetro del sudor de un cuerpo que comienza a temblar mientras con mis dedos juego con su sexo. La sensación de calor y humedad en las yemas de mis dedos juguetones aumenta mi deseo de poseerla, de hacerla totalmente mía, de hundirme dentro de ella y no abandonarla hasta que la fuerza que nos hace follar como animales nos abandone.
Mi mal educada lengua acaricia y lame sus muslos, pequeños círculos que poco a poco se dirigen a una cueva olorosa y misteriosa, portadora de miles de sensaciones totalmente carnales. Esa corona escondida entre sábanas de color carne, ese olor fuerte, de mujer joven y ardiente de sexo, el increíble sabor de hembra ansiosa de gozar como nunca lo ha hecho. Si, deseo comer cada centímetro de ese fruto prohibido que lentamente comienza a ansiar algo más.
Ella parece no querer perder la iniciativa, de esta forma me tumba en la cama y como la mejor de las amazonas, me abre sus puertas y noto como mi pene entra despacio, trozo de sensación por trozo de sensación, dentro de su caliente ser, mientras comienza un cabalgar lento y lujurioso. Mis manos recorren sus caderas, su cintura, sus pechos, su boca se lanza hambrienta sobre uno de mis dedos, con esos labios recorriéndolo pasionalmente.
La cojo por la cintura y la bajo hacia la cama, abriendo más sus sedosas piernas, mientras el vaivén fuerte y desenfrenado de mi ardiente sexo quiere cada vez más. La beso con pasión, quiero notar cada centímetro de su piel rozando mi ansiosa piel de calor y sudor humano, su pelo revuelto sobre la almohada y sus brazos sobre mi espalda, con esas uñas que no quieren desprenderse un ápice de mi cuerpo.
Así, juntos, mía, hasta que no quede en nuestros cuerpos un rastro de energía, un recuerdo patético de lo que fuimos antes de desnudarnos y fundirnos en la fragua de este loco acto de sexo perdido, lunático y desenfrenado.

Sunday, August 27, 2006

¿Y ahora qué?

¿Y ahora qué? Esa era la pregunta que le martilleaba constantemente la cabeza desde hacía unas horas. Sabía que tarde o temprano toda verdad saldría a la luz, pero no esperaba que fuese de esa forma y mucho menos, por supuesto, delante de ella. Todo había sido sencillo hasta el fatídico momento. Acostumbrado como estaba a mantener su vida como un teatro permanente, desde pequeño había aprendido a base de duros golpes unos más dolorosos que otros, que en la gran farsa de la vida, lo mejor es coger el guión por los cuernos e interpretar el papel o los papeles que mejor sepa uno. Así, como un niño prodigio descubrió que tenía un don especial, la habilidad de interpretar miles de papeles diferentes, ninguno real, todos ficticios, pero al mismo tiempo, ninguno falso, pues en cada uno de ellos había pequeños restos de su verdadera personalidad.
Así, se mostraba como el hijo, el amigo, el amante, el estudiante, el… miles de un él que en cual collage vitalista, podían sembrar la duda entre los que le rodeaban, pero para el actor protagonista suponía un juego maravilloso donde refugiarse del posible acoso del exterior. Y para aquellos que pensaban, osadía atrevida, que habían descubierto su verdadero rostro, en un giro melodramático magnífico, mostraba otra máscara más de su infinitud de personalidades.
Vertían sobre él, envidiosos y celosos de su capacidad, injurias de mentiroso y falso, sin embargo, sin alterarse lo más mínimo aseguraba que su farsa era precisamente eso, una farsa, jamás una mentira, pues simplemente jugaba con la verdad y sus múltiples formas. Le gustaba llamarse ilusionista de la vida. Pero ahora todo había acabado.
Desde un tiempo atrás había entrado en su gran comedia vital una mujer, un personaje más con la cual jugar e interpretar un papel más, pero con el paso del tiempo, esa linda actriz se mostró muy capacitada para ir quitando capa a capa todos los papeles que él intentaba levantar contra la insultante tenacidad y terquedad de ella por conocer a su verdadero yo. Así, como muy pocas personas antes habían logrado, consiguió llegar a la última máscara antes de conocer su verdadero rostro. Por aquel entonces, él estaba completamente enamorado de aquella mujer capaz de destruir en pocas semanas todos sus disfraces, sin embargo, algo por dentro le preocupaba cada vez más, si lograba llegar a su más hondo ser, a su verdadera personalidad, sabía que todo acabaría, por ello no hizo más que mandarle señales de que no siguiese quitándole capas, que no le gustaría lo que encontraría una vez le dejase desnudo. Ella, como si la vida le fuese en ello, no paró e ignoró completamente sus advertencias.
Fue así como en una noche de sábado, la última máscara cayó y ante ella apareció el auténtico rostro de él. Se hizo el silencio e incluso dio la sensación de que el firmamento se había nublado para no querer ser testigo de ese fatídico momento. Él había quedado con ella para decirle que la amaba con locura, que la quería como nunca había querido a nadie y que le profesaba auténtica pasión. Estaba por supuesto, interpretando el papel de amante, y como siempre, a pesar de lo teatral de su representación, en el fondo, sólo para aquellos que no le escuchasen, si no que lo viesen, que le prestasen la atención necesaria, sabrían que no estaba mintiendo, que de verdad la amaba. Ella por su parte, deseando conocer de verdad si esos sentimientos eran del todo ciertos o parte del papel, quitó la última prenda del disfraz y la última máscara cayó al suelo.
Por fin podía ver completamente desnudo a su actor, sin embargo, lo que vio le lleno de tristeza y amargura. Comprobó que la amaba de verdad, que sus sentimientos no habían sido fingidos como parte de un papel más, pero no sólo vio eso, sino que también pudo observar todo lo que él deseaba ocultar para prevenir el dolor que su simple visión causaba tanto a los demás como a él mismo.
Con los ojos llenos de lágrimas se le acercó al oído y le susurró, dulcemente pero dejando entrever el amargo destino, ¿y ahora qué?... .

Thursday, August 17, 2006

Sin inspiración

La botella vacía como único testigo, la pantalla del ordenador brillando en medio de la oscuridad y la brisa entrando por la ventana abierta de par en par. Un jazz meloso y dolorido llena de música una habitación pequeña y desordenada, llena de libros, hojas, papeles escritos y manchados de tinta, algunos de ellos manteniendo un mas que misterioso equilibrio.
Sentado en una dura silla de madera y mimbre, el escritor bebe su última copa de whisky con hielo, más de lo primero que de lo último, posando su mano derecha sobre la sien y mirando con desesperación la pantalla en blanco de su portátil, después de un buen trago, suelta un largo suspiro.
Cinco días piensa, cinco malditos días lleva intentado escribir algo decente pero no puede, algo se atasca entre sus dedos y su cerebro impidiendo que la hoja de Word de la brillante pantalla pierda su insultante virginidad. Cinco malditos días de sudores fríos, enfados, ataques de ira y frustración y sobre todo mucho, mucho alcohol.
Ayer había empezado con algo prometedor, durante una hora estuvo tecleando a un ritmo frenético, parecía que por fin la sequía que sufría llegaba a su fin, pero al cabo de esa hora, miró la pantalla, leyó lo escrito y maldiciendo de tal modo que hasta el propio diablo quedaría avergonzado, bebió un largo trago de whisky y cerró de un golpe la pantalla del portátil. Se quedó quieto y con la mirada perdida en el vacío durante un buen tiempo.
Se levantó y se acercó lentamente a la ventana que dejaba entrar una suave brisa de verano, comprobó como las cortinas se mecían dulcemente por culpa de la pequeña corriente de aire cálido. A lo lejos sólo podía ver el riachuelo que discurría impertérrito y totalmente ajeno a los problemas que le atenazaban, acompañado a los laterales por una hilera de pinos y nogales. El viento traía un olor verde fuerte, de campo, puro, libre de humos y fábricas tan propios de la ciudad. Más tranquilo volvió al ordenador mientras la música seguía sonando.
Levantó la tapa y volvió a leer lo escrito, soltó una maliciosa sonrisa y borró todo lo escrito en la hoja de Word, cogió el vaso de whisky y bebió un poco. Esta noche tampoco parece muy productiva, pensó y se dejó llevar por el jazz y el rumor del viento.
Se negaba a aceptar que su atasco literario se debiese a aquel suceso ocurrido hace seis días, aunque si bien es cierto que desde entonces no era capaz de escribir nada que le gustase y sólo hacía beber y beber.
Su altiva soberbia mezclada con cierto sentido exaltado de orgullo y narcisismo le impedía reconocer, mejor dicho, le llevaba a creerse que lo ocurrido entonces no le afectaba, y luchaba con todo lo que tenía a su alcance para que así fuese; sin embargo, tampoco podía dejar de pensar en ello, su más profundo ser sabía que había cometido un error y lo estaba pagando. Por tanto, no se extrañaba que ahora volviese a recordar lo ocurrido.
Hace seis días había salido a dar una vuelta por el pueblo, ya que este se encontraba en fiestas. El pueblo era un pueblo tan típicamente pueblo que lo había elegido para pasar un tiempo de sus vacaciones de verano precisamente por eso, por ser un pueblo que no se destacaba por nada especial. Sus paisanos con boina, sus vacas, sus asnos, sus perros llenos de pulgas, sus calles sin asfaltar y llenas de polvo, sus mujeres con la cabeza cubierta con un pañuelo llevando sobre ellas barreños de patatas, uvas o cualquier hortaliza recogida de sus campos, su taberna con serrín y sus clientes jugando al dominó y a las cartas. El caso es que le pareció perfecto para lo que buscaba, un lugar alejado y silencioso donde poder escribir y leer tranquilo. Consiguió un viejo caserón de una familia que llevaba tiempo en Madrid y mediante unas cuantas llamadas convenció a los dueños para que se lo alquilase los meses de verano.
Llevaba entonces tres días en el pueblo cuando le dijeron que al día siguiente se celebraban las fiestas patronales. En fin, pensó, quizás hablar un poco con los aldeanos no me vendrá mal, a lo mejor alguno conoce alguna historia interesante de la zona o sucesos extraños que merezcan la pena.
Así, la noche de la fiesta bajó desde su caserón al pueblo, pues se encontraba a unos cuantos metros del resto de la aldea. A lo lejos podía escuchar los pasodobles de la orquesta mientras caminaba y miraba el despejado y estrellado cielo de verano. De golpe se tropezó con una chiquilla que lloraba agachada en el borde del camino.
Le pidió perdón mientras se ponía de rodillas para mirar si la chica se encontraba bien y de paso averiguar el por qué de ese llanto. Al poner su mano sobre el hombro de la niña, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, y una brisa se levanto de forma misteriosa. En ese momento la chica lo miró aún con los ojos todos llenos de lágrimas. Él se quedó petrificado, jamás en su vida había visto unos ojos como aquellos, de profundo y mágico negro. Se sintió de golpe transportado a una noche lejana y extraña, sin estrellas pero no por ello menos bella, los ojos de esa niña transmitían tanta pasión y dolor que notó como algo se aferraba con fuerza a su corazón.
La enigmática chica, sin dejar de mirarle, le cogió la mano de su hombro, levantándose y una vez de pie, le besó la palma de la mano de tal forma, que nuestro perdido escritor sólo atinó a soltar un suspiro. Ella se acercó a su oído y le susurró una frase que aún hoy en día le reconcome: “has tenido la desgracia de conocerme, ahora sólo te quedan dos opciones, o pasar de largo y pensar el resto de tu vida lo que podría haber sido o bien, dejarte llevar y arrepentirte para siempre por haberme conocido y no poder tenerme más veces.”
El pobre escritor decidió dejarse llevar, disfrutar del momento, pensando que no era de esas personas que se enamora tan fácilmente o que se pone a pensar en el pasado de modo melancólico. Durante toda su vida, había conocido a muchas personas, y tal como habían llegado se habían ido sin causar en él el más mínimo pesar o dolor, no podía sospechar que esta vez iba a ser diferente.
Decidido la tomó de la mano y la llevó a su caserón, a su cama, donde con frenesí y una pasión casi desconocida para él, la desnudó, se desnudó y durante toda la noche disfrutó de su cuerpo.
A la mañana siguiente cuando se despertó, ella no estaba en cama, no había rastro de hecho de que una mujer hubiese estado en ese cuarto. Valentón, soberbio y lleno de orgullo se duchó y pensó que ahora nadie podía quitarle lo bailado.
Desde entones hacía cinco noches que no podía hacer más que beber y enfadarse por no escribir nada que mereciese la pena. Y entre copa y copa se repetía la cantinela de que era culpa de la inspiración, que aquella cita extraña para nada le había afectado y que de hecho no la echaba tanto en falta como la chica había pronosticado. Sin embargo, en su más profundo ser, en su alma, unos ojos negros le seguían atenazando, invadiendolo por completo, haciéndolo suspirar cada vez que se acordaba de ellos.
Borracho ya, comprobó que en la pantalla de su portátil empezaban aparecer letras que el no estaba escribiendo. Asustado se alejó un poco y al cabo de un rato vio que alguien o algo estaba escribiendo una frase.
Ebrio como estaba necesitó acercarse un poco a la pantalla para poder leer el mensaje, lo que leyó lo dejo helado, petrificado, con una angustia en su ser que soltando un suspiro profundo comenzó a llorar desconsoladamente….

Monday, August 07, 2006

La locura

La locura nos concede la verdadera libertad, pues no hace el loco lo que quiere y todos los demás, los “cuerdos”, ciegos ante el vuelo libre, nos conformamos y resignamos, asumiendo nuestra pobreza imaginativa con frases como: ¡Déjalo, está loco!

No contienen la misma raíz la palabra cuerdo y cuerda, no es una cuerda un instrumento para atar, para acortar movimientos, ¿quién ha sido el malvado amo que ha decidido castigarnos atando nuestra voluntad a la cordura?

¿Estoy acaso yo cuerdo? ¿Estoy acaso yo loco? ¿Estoy acaso? O simplemente soy un pensamiento momentáneo, al cual con el pasar del tiempo, olvidará una mente y jamás volveré a estar, ¿jamás? No lo sé, también cabe la posibilidad de que me convierta en un recuerdo, un simple recuerdo, pero ¿valoramos realmente los recuerdos como se merecen? Porque me hace gracia que los recuerdos sean re con cuerdos, escala musical con cordura; ¿son los recuerdos melodías acaso de los momentos cuerdos de nuestra existencia?

Sin embargo, ¿hasta qué punto nuestros recuerdos son momentos verdaderos de nuestra existencia conservados en su originalidad?, como toda partitura musical, y los recuerdos lo son, existen multitud de posibles acordes; acordes de acuerdo con nuestra cordura, otros por nuestra necesidad de recordar acordes que nos permitan la felicidad, luego están los que deseamos dejar atrás pero cual canción pegadiza y persistente se resiste a abandonarnos.

¡Oye tú! ¡Sí, tú!, el que está escribiendo esto, dime: ¿Estoy acaso cuerdo? ¿Estoy acaso loco? ¡Deja de escribir y dame una respuesta, date una respuesta!... ¿Tienes una respuesta?

Batallas

Este viejo soldado cansado de luchar por victorias ya olvidadas y lejanas. Este viejo soldado sin patria ni metas, vacío de ideas y causas justas que defender, seguirá empuñando su arma, a pesar de su cuerpo lleno de heridas, porque ya no sabe hacer otra cosa. A este viejo soldado sólo le queda el orgullo del que lucha por seguir viviendo, por narices, por cojones como diría él, de seguir luchando para que ningún cabrón pueda decir que le ha derrotado. Porque el único derecho que le queda es el de reventar como más le plazca sin que nadie le diga como tiene que hacerlo.

Saturday, July 22, 2006

Miremos, a ver qué pasa

Si, que ganas tengo ya. Miremos las cosas nuevas que se avecinan, miremos la vida que nos queda por sentir, disfrutar. Miremos al futuro increíble y lleno de retos que comenzamos a percibir a lo lejos. Si, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, que bien, poder decir: Miremos, a ver qué pasa.

Y si quiere alguien acompañarme, jajajajajjaaj, gracias por querer viajar con aerolineas alberto, sólo existe una condición, tener ganas de vivir. Sentir curiosidad e ilusión por lo nuevo. Resumiendo: Miremos, a ver qué pasa.

ADIOS

Esto se terminó. Fin, the end, finito. Coruña hecha el telón, llega el momento de los aplausos, de los vitores, de los abrazos cariñosos y agradecidos, de mirar a los ojos y decirnos que gracias por los años compartidos. Que no sea esta una despedida triste, al contrario, hagamos de este momento un instante de alegria al recordar todos las buenas cosas que hemos compartido, cada segundo de felicidad que vivimos todos juntos.

¡Ah, Coruña!, cuantas cosas buenas me has dado, ni siquiera puedes percibir su número. Hagamos un pequeño resumen de lo bueno, de lo que llevo en mis alforjas. Volemos por un tiempo al pasado, volemos hace seis años. Por aquel entonces, un 27 de septiembre llegaba asustado de una villa un chico joven de 19 añitos, que al momento quedó impresionado por el mar, tus calles, tu porte y lo raro del hablar de tus gentes. Recuerdo la mezcla de temor, ilusión y curiosidad que por aquel entonces me recorría. El descubrir calles, parques, jardines, el ir poco a poco haciendo mi casa una ciudad extraña. Y que decir del momento que entré por primera vez a la facultad un día de clase. Todos desconocidos, yo solo, alguna gente ya en grupos, hablando con alegría, y yo esquinado, asustado y deseando no meterme en una fiesta donde a pesar de haber sido invitado, parecía que sobraba. Pero, oh sorpresa, el tiempo nos descubrió a todos, poco a poco nos fuimos conociendo, compartiendo risas, problemas, llantos, y después de cinco maravillosos años, acabamos llamándonos amigos. Que final más bonito.

Y la pensión. Oh mi pensión. Que lugar más maravilloso amigos, en serio. Que de increibles buenos momentos, que de charlas, tertulias, peleas, lloros, penas, amigos, en resumén, que de vida. Quizás no sea el lugar ni el momento apropiado para pedir perdón por mis manías y mis malos momentos, pero que diablos, si a alguien he ofendido, mis más sinceras disculpas, nunca en el hacer daño ha ido en mi intención.
En las paredes de esa casa dejo cuatro años de mi vida, los mejores momentos de mi vida hasta el momento. Entre las paredes de esa casita tuve el honor y el privilegio de tratar a un chico encantador aunque dulcemente travieso. Jamás podré decirle a la cara a Andrés que gracias por los cuatro años increibles que me hizo pasar, me faltaba el valor para decírselo. Pero ambos sabemos que siempre hice por él todo lo que pude, como hecho de menos sus bromitas y comentarios, jjajajaajajajajajaj. Desde aquí chaval, que la vida te trate lo mejor que pueda. Y Raquelilla, dos añitos aguantándome, ella, todo sonrisa y vitalidad, soportando a un pobre melancólico que tuvo unos meses muy malos. Poco tiempo para concernos, pero igualmente chica, que todo lo bueno se te cumpla. Y esa, casi mi segunda familia, ay, esa gente abierta y encantadora. Bene, Leire, Susana, Martita, Betty, y como no, Walter, y ese pequeñin ya de Iago, jajajaajja, esos ojitos azules increbiles. Que todo os vaya muy muy bien, os lo merecies todo.
En esa casita encantada también conocí a la persona más original y maravillosa que podais hecharos a la cara. El odia que haga esto, así que no voy a decir nada más, porque todo esta dicho y todo lo que diga a mayores sólo es repetir lo ya dicho. Permíteme, eso sí, que por lo menos te de las gracias por haber sido conmigo como fuieste. Lo que nos depare el futuro, lo veremos.

Y mis colegas del gimnasio. Gente, como os aprecio. En estos dos últimos años me habeis dado mucha alegria y vida. Eso no se paga con dinero. Entré con un cuerpo de mierda, necesitando un cambio. Ahora salgo con el mismo cuerpo, JAJAJAJAJAJAAJAJ, pero con el alma restaurada y nueva. Gracias, en serio. A mi monitor de cicclo indoor, José, por demostrarme que no hay esfuerzo pequeño, que no hay meta que con trabajo no pueda superarse, por hacerme creer en mi mismo. A ti y toda tu encantadora familia, Mari, el pequeño Rodrigo y la guapísima Amanda, un abrazo muy fuerte. A mis niñas de aerobic y step, jajajajajajajaj, qué deciros, lo que ya sabeis, que nunca un hombre ha podido estar mejor rodeado de bellezas y chicas majas. Aunque lo intenté miles de veces y miles de veces no quisisteis ligar conmigo, jajajajajaja, siempre bailamos en las cenas hasta rompernos los pies. Un besazo para todas vosotras. A Juán, Raquel, Andrés y María, gracias por recibirme con los brazos abiertos y despedirme con un abrazo. Raquelilla, no me llores, jajajajajajajajaj, eres la chica con la sonrisa más contagiosa y linda de todo el gimnasio. Cuidaros mucho.

No quiero que esteis tristes. En serio. David, Ele, mi niña, mi Isa, mi dulce amor. Me ha partido el alma ver en vuestros ojos lágrimas de adios, no he llorado y no voy hacerlo ahora. De vosotros me llevo vuestra amistad, en el fondo, soy un ladrón, jajajja, de hecho deberíais odiarme, pues me llevo lo mejor de vosotros. Mis amigos. Que bien suena eso. Suena como Dios, jajajajaja, MIS AMIGOS. Así que, secad vuestras gotas de tristeza y reid, pues esto no es un adios. Yo no me voy tan facilmente. Algunos lo saben muy bien. Seguiré dando guerra mientras en este pequeño cuerpo quede sangre y ganas de vivir. A vosotros, a cada uno de vosotros, mi más humilde querrer. Os llevo cual oro en paño dentro, muy dentro, grabados a fuego en mi alma. Y si el futuro dice que la historia se terminó aquí, en mi pasado más feliz vuestra amistad seguirá brillando y dándome fuerzas siempre. Cuidaros mucho, por favor, cuidaros y sed muy felices. No sabeís cuanto os quiero. Y si la gente se rie de estos sentimientos, si la gente piensa que soy un blando porque no puedo reprimir mis sentimientos, que le parta un rayo. Sois mis amigos y eso me basta para hacer frente cualquier insulto.

Esto se acaba. Quedan ya pocas horas. Veo al telonero acercándose al telón. Levantaos todos, todos los que habeis formado parte de mi maravillosa e increible vida en Coruña, y brindemos en este brindis virutal por todos nosotros, por toda la vida derrochada y compartida. Este humilde chico de villa que llegó hace seis años a esta ciudad se despide dando a cada uno de vosotros mil gracias de corazón. El telón cae, solo queda decir una cosa: ADIOS.

ADIOS, ADIOS.

Friday, July 21, 2006

esperanza + miedo = cauto

esperanza.



1. f. Estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos.

2. f. Mat. Valor medio de una variable aleatoria o de una distribución de probabilidad.

3. f. Rel. En la doctrina cristiana, virtud teologal por la que se espera que Dios dé los bienes que ha prometido.

miedo.

(Del lat. metus).

1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.

2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.


cauto, ta.

(Del lat. cautus, part. pas. de cavere, precaver).

1. adj. Que obra con sagacidad o precaución.

Cuando me desperté la manzana ya estaba allí.

Cuando me desperté la manzana ya estaba allí. Verde, brillante, grande, apetitosa, parecía la manzana más sabrosa del mundo. Pero esa manzana no debía estar en la cabecera de mi cama. Así que allí estaba yo, medio dormido, en pijama y mirando una fruta verde que misteriosamente había aparecido de la nada. Extrañado y viendo que llegaba tarde a clases, me vestí corriendo y me marché. A la noche la manzana ya no estaba.

Un melocotón. La manzana a la mañana siguiente se había convertido en un melocotón peludo y naranja, oloroso, dulce. Asustado pensando que alguién estaba entrando en mi habitación a colocar frutas, corriendo escaleras abajo pensaba que a la noche cerraría la puerta. Ahora sin embargo, debía coger el autobus para ir a la universidad. Al regresar, el melocotón ya no estaba. Cerré la puerta y muy intranquilo me acosté.

Una maldita pera. Ahora habían dejado una maldita pera de agua, amarrilla, con tonos marrones, grande e incluso con su ramita y su hoja. Me abalance sobre la puerta y comprobé lleno de pánico que estaba cerrada, que nadie la había forzado. Ni siquiera reuní el valor de quitar la pera de la cabecera, acurrucado en mi cama asustado, decidí esperar haber que pasaba. Me quedé dormido. Al despertarme me llamarón al telefono móvil, querían que jugase un partido de futbol y pensando que me vendría bien salir de casa y despejarme, me fuí no sin antes cerrar todo con llave. Despues de ducharme, volví a fijarme en la cabecera de la cama. La pera ya no estaba allí. Aterrorizado casi no dormí en toda la noche.

Al despertarme me econtré....

Sunday, July 16, 2006

Ayudame a olvidarte

Haciendo barcos de papel los años se fueron volando, surcando los mares buscando una isla llena de palmeras y de silencio. El que se escondía en los cañones de la noche y buscaba en tus ojos la bandera que le faltaba al mastil de mi vida, en mis hojas de navegación las líneas te perseguían por todos los rincones del mundo conocido.
Tus cabellos al viento encaramada a la popa de mi barco, mientras la noche acariciaba tu dulce piel de azucar moreno, tus manos jugando con mi cuerpo y mis labios buscando tus besos, y nuestro barco de papel navegando por ese inmenso mar. Apoyabas la cabeza en mi pecho y los dos sabiamos que aquello no podía durar, pero eso nos daba igual, bebiamos ron y bailabamos al son de las estrellas y las olas del mar.
Y a la orilla de la playa en la mañana en aquel dia de verano, borrachos de pasión, desnudamos nuestros cuerpos y nos hicimos uno más uno, acariciando cada centimetro de piel buscando en ellos la carta esférica de nuestra vida, amándonos, gozando, intentando encontrar como dos niños perdidos nuestro peter pan. Nos confesamos tantas mentiras adornadas de amor que entre juegos y risas, el dia fue pasando en nuestra isla desierta.
Al alba sin despertarte me marché en mi barco de papel, los dos sabiamos que así tenía que ocurrir y aunque no encuentro mujer igual que tu en ningún puerto, ahora veo todo claro que querrer es muy complicado y que me niego a vivir esclavo de tus ojos, prisionero de tus besos. Sabes que no quería que vivieses esclava de mis heridas. Donde el corazón me llevaba era un mar de estrellas y en cada una de ellas vía tu cara y que esa locura que ocupaba mis dias, iba acabando conmigo y contigo.
Ayudame a olvidarte....

Saturday, July 15, 2006

Por mi

Por mi porque si, porque me lo merezco. Después de tantos años dejándome la piel por miles de cosas sin muchas recompensas, esforzándome por mejorar día a día, intentando ser el hijo, el amigo y el amante fiel, después de tantos años, me lo dedico.

Por mi porque he roto mi cabeza por ser buena persona, por luchar como un titán por lo que creo y por lo que quiero, por no dejar vencerme por adversidades ni enemigos, por no escuchar casi nunca un gracias o una pequeña palabra de aliento. Por ver como ya nada se valora ni trabajo ni esfuerzo, ni amistad ni compañía me lo dedico.

Por todas las mujeres que me quisieron y me odiaron, por todas aquellas que rompieron en mil trozos mi corazón, por aquellas que me tienen esclavo de un amor imposible e impasibles juegan con mis sentimientos, me lo dedico.

Por los amigos que se fueron, por los que sigen a mi lado, por aquellos que sigo peleando para que no se vayan, por todos vosotros, los que me dan aliento y los que se lo guardan, los que me apuñalan y los que me ignoran, a los que ayudé y me tiraron, me lo dedico.

Por una noche me bañaré en aguas de egoismo harto de dar todo lo bueno que tengo y no recibir casi nada a cambio, para limpiar mi cuerpo lleno de hipocresias y falsedades, de mentiras disfrazadas de medias verdades para no herir heridas ya muy profundas, me lo dedico.

Así que, por mi, por ser como soy, me lo dedico. A vosotros, por un sólo día, deciros que podeís volver mañana, pero hoy, solamente por hoy soy un puro egoista sin sentimientos.

El niño mago

Cuando era pequeño descubri que era mago, si, de esos extraños y misteriosos seres que con sus dotes arcanas pueden cambiar a antojo la realidad que les rodea. Todo ocurrió un atardecer de verano al entrar en salón de casa, allí mi abuelo, otro mago, guardaba todos los juguetes fantásticos que traía de recuerdo de sus lejanos viajes por lugares exóticos y maravillosos. Observaba como a la luz de ese atardecer, las sombras de todas las cosas existentes jugaban una danza misteriosa entre ellos, danzaban el papagayo de cristal con la bailarina de marmol, el jarrón chino con la la estatua de obsidiana egipcia, incluso la gran lampara de cristal parecía bailar con la gran mesa de noble madera que, presidencial, ocupaba el centro de toda la habitación. Hechizado me sumergí de lleno en ese magnífico baile, danzaba alrrededor de todo el cuarto, con los brazos abiartos y los ojos cerrados, con la cara alzada al aire y recibiendo cuando asomaba a la ventana, los calidos rayos de sol en ese atardecer del mes de agosto.

Baiaba y danzaba hasta que mi madre me llamó a cenar, corriendo deje el salón pues tenía ya mucha hambre. Sentado en la mesa de la cocina, reflexionaba si la fiesta seguiría en la otra habitación o si bien, por el contrario, también las sombras estaban cenando.

Entrada la noche y habiendo olvidado casi el momento mistico que había vivido, mi abuelo me acostó como todas las noches, y mientras me contaba un cuento de cabelleros, dragones, magos y princesas se lo pregunté. Abuelo, le dije, puedo yo ser un mago. Recuerdo su cara de sorpresa, su sonrisa de oreja a oreja y como con sus viejas y suaves manos se atusaba la barba blanca.
Acarició mi cabeza y se marchó diciendo que cuando uno es niño puede ser el mago más poderoso de la historia. Con esa esperanzadora frase, me dormí soñando que como hechicero derrotaba a dragones y salvaba princesas de oscuras cuevas y enormes castillos.

Al ir creciendo, fui perdiendo los poderes y llegado un momento, dejé de ser mago. No sé cuando empezó el efecto contrario al iniciado esa tarde de verano. Asustado volví a salón de mi abuelo, pero ya nada bailaba con nada, no había ni danza ni fiesta. Triste y melancólico me senté y miré por la ventana que el verano se acababa un año más y comenzaba el invierno. Esa noche dormi pero no soñé con magos ni princesas ni nada de nada.

Pero un día, un mágico día un hombrecillo pequeño apareció delante de mi y empezó a correr. No sé que me llevó a perseguirlo pero no podía evitarlo, corrí detrás hasta que se detuvo en una fuente. Se encaramó a lo más alto, yo subí también, luego se tiró y yo me tiré detrás.

La altura no era muy pronunciada pero me hice alguns heridas, entoncés llego una mujer, se acercó a mí y me dijo que si quería, me las curaría. Hechizado por sus ojos negros como la noche, acepté. Se llamaba Mariel y era muy guapa. En ese momento me enamoré de ella. Disfruté de cada pequeño dolor que al limpiar mis heridas con alcohol se producían, simplemente por estar en su compañía. Desde entoncés fuimos grandes amigos.

Mariel no era una chica al uso, no era muy inteligente, pero era tremendamente buena y alegre. Le gustaban las cosas sencillas como pasear por el campo, recoger flores, bañarse en el mar y soñar que volaba muy muy alto. Y sobre todo, no era capaz de borrar una sonrisa de su cara. Una noche en su casa me preguntó si yo era mago, la pregunta me dejo atónito, asustado y salí corriendo de su casa para no volver a verla más. No pudé evitarlo, algo me obligó a salir y echar a correr. Cuando al llegar a casa me acosté, no pude parar de llorar.

Dos años más tarde mi abuelo murió. No puedo olvidar la tristeza que recorría toda la casa, la gente que llegaba de todos los lugares del mundo, con el semblante serio y lloroso. Mi madre se acercó y me dijo que tenía una cosa para mí del abuelo. Me dió una carta de su puño y letra. Me fuí al salón y sentado en una butaca la abrí, comencé a leer. Al acabar una sombra gris inundó toda el recinto. Había comprendido por fín las misteriosas palabras de mi abuelo años atrás cuando me digo que los niños podían ser los magos más poderosos del mundo. Me advertía que al ir creciendo si uno no quiere dejar de ser mago, no podía perder la alegría por las cosas sencillas y la alegría constante. Me decía también que aunque perdiese los poderes, algunos espiritus bondadosos ayudaban a los hechiceros extraviados conduciéndoles a otros magos que les devolverán los poderes perdidos.

Cabizbajo y con las manos en los ojos supe porque había dejado de ser mago, comprendí por fín que no volvería a ser uno de ellos y que el niño que había en mí hacía tiempo que había muerto.

Dedicado a todos los que aún siguen siendo niños, aquellos que son capaces de hacer magia y que han consegido no perder sus poderes mágicos.

Saturday, July 08, 2006

Detenerse delante de un espejo

Mira el espejo y dime qué ves. Lo sé, se trata de un peligroso juego, quizás no te guste la imagen allí reflejada, pero no dices que eres valiente. Hazlo, detente por un momento y en un acto de máxima sinceridad contigo mismo di a tu alma, di a ti mismo lo que sientes.

Pobres diablos, vampiros de sentimientos, tú y yo somos vagabundos de gente, mendigos de cariño y farsantes del silencio. Siempre ansiosos de cambio, necesitados de perder de vista cualquier lazo de compromiso. Qué palabra ésta, compromiso, embarazosa para quienes han hecho de su religión la muda constante, la huida eterna. Lo sé, lo sabemos los dos, somos conscientes de que para dos almas errantes como las nuestras es imposible echar raíces.

Como vampiros de deseos que somos sólo necesitamos para sobrevivir victimas que se desnuden temporalmente ante nosotros, que nada escondan y que nos permitan beber de ellas todo su calor interno. Parásitos del alma, eso es lo que somos, no-muertos en busca de calor ajeno por haber perdido tiempo atrás el propio corazón.

¿Dices qué miento?, maldito fariseo embustero, acusarme de tal cosa. No es monotonía de nuestra vida el viajar sin parar, el saber que nuestro hogar está en algún lugar desconocido y lejano, pero que a ningún paraje podemos llamar casa. Y al igual que usamos ciudades lo hacemos con todo lo demás. Con cada una de las personas que tienen la desgracia de caer en nuestra línea de vida. ¿Recuerdas la historia de siempre?

Primero llegan los momentos del silencio. Este es el instante de presumir de la felicidad que encontramos en perdernos en rincones oscuros y solitarios. Gritamos al mundo entero que no necesitamos nada ni nadie. Nos ponemos la Mascara. Llega el segundo momento, de forma disimulada, maquiavélicamente, vamos saciando nuestra ansia de sentimientos con personas que vamos conociendo. Desplegamos cual general en la batalla, todos nuestros encantos y recursos con el único fin de que las victimas caigan en nuestra red de falsas mentiras. Si, ya lo sé, tenemos la valentía de advertir que somos peligrosos, que acercarse demasiado a nosotros puede significar perder la vida, pero en el fondo no es más que otra estratagema para encadenarlos más aún a nuestro lado. Aparece el vampiro. Ahora bebemos cada gota de sangre de su compañía, disfrutamos gozosamente de casa sonrisa, de cada momento de felicidad y alegría que nuestro rebaño de corazones nos proporciona. Y el más dulce sabor de sexo y amor nos lo proporciona nuestra alma preferida, aquella que más se descubre ante nosotros, la que con sensuales movimientos se desnuda frente a nuestros ojos lujuriosos y ansiosos de vida.

Al final, llega la muerte. Igual que llegamos nos vamos. Nada dejemos atrás, no permitimos que ningún peso abarrote nuestros ligeros fardos de viaje, porque ambos sabemos que el siguiente punto en nuestro destino, es también temporal, como los que nos precedieron y los que nos quedan por ver. Atrás dejamos silencio, oscuridad acallada de tristeza, reguero de victimas que nos recuerdan e ignoramos porque no podemos permitir que nos hagan daño. Pero somos conscientes también, de que a cada nuevo paso, una pequeña muesca se marca de nuevo en nuestro corazón, y por eso, en noches algunas noches de vino y melancolía, lloramos por dentro en honor a todos los amores que perdimos.

Miraos al espejo y antes de juzgar si yo y mi reflejo somos culpables, deciros si también vosotros no sois viajeros errantes….

Monday, July 03, 2006

Noche de poesia

Noche de verano tranquila, de estrellas
en el cielo, música en el viento, olor de jazmín y mar, de sueños
escritos en palabras lloradas, vertidas, vomitadas.
Algunas de ellas amadas,otras odiadas,
pero ninguna puesta sin ton, al contrario todas esculpidas con mucho son.

Asi el que quiera entender que entienda, que aquí, palabra
a palabra, letra a letra, viento a viento, suspiro muerto en cada
minuto de tiempo pasado, se muestra
todo desnudo, el cuerpo de un hombre que nada esconde,
pero que todo disfraza con ropajes de poesia y
muchas gotas de whisky.

A este hombre, cuerpo desnudo, no le duelen las palabras, le duelen los sueños,
le hieren los caminos abiertos y cerrados,
le marcan no las frases lloradas, sino las lágrimas escondidas en letras de color negro con fondo blanco.

Le sangran los ojos pensando en ventanas lejanas, en mitos falsos esculpidos en cuerpos de marmol blanco, gotas de rojo con las que escribe poemas,
letras negras de alma roja, lágrimas ya secas en la cara, pero frescas dentro,
muy dentro, ya escondidas.

A los que me entienden, cómo decirles lo que quiero, a los que no me entienden, cómo escribirles que les deseo.... la verdad es que nunca ha sido fácil decir te ...

Sunday, June 25, 2006

Barquitos de papel

Un niño hacía barquitos de papel que luego dejaba con cuidado en el mar. Éste, indiferente de los sueños del pequeño capitán, entre olas y agua hundía cada uno de los estupendos veleros soñados por el valiente marinero. Cada vez que sus grandes y limpios ojos azules veían que el papel desaparecía de la superficie del mar, regresaba con una sonrisa en la cara y rápidamente se afanaba en arrancar una hoja de una libreta y comenzaba de nuevo el proceso para crear otro barco.

Se detenía, pensaba durante unos segundos cual seria la doblez más apropiada, si el casco sería más fuerte usando doble papel, si quizás el problema de los hundimientos estaba en la falta de estabilidad, y entonces decidió que era hora de poner una vela. Buscó un trozo de madera por la playa, y cuando lo encontró, haciendo un pequeño agujero lo introdujo en medio del barco de papel; luego con otra hoja, simuló una vela grande, desafiante al viento y al mar que, regocijándose en su poder, iba y venía retadoramente en forma de ola. Ahora sí, pensaba el pequeño diablillo, y de nuevo volvía a sumergirse hasta las rodillas, aguantando los invites de las olas y el viento, y depositaba el barco en la superficie.

A los pocos segundos de contacto del agua con el papel, este se volvía a mojar y el mar de nuevo, con una sonrisa maliciosa, se tragaba de nuevo el velero de este valiente capitán. Y otra vez, con una sonrisa en la cara, daba la espalda a su enemigo y volvía junto a su astillero de hojas y papel y comenzaba una vez más otro barco. Sólo interrumpió su juego cuando la madre le llamó para comer un bocadillo y ponerle más protector solar. En dos segundos devoró su merienda, con unas ganas y una energía desbordante, ansioso ahora que recobraba las fuerzas, de vencer por fin a la fuerza del mar, volvió a su importante tarea.

Un joven miraba sentado en la orilla ensimismado el horizonte azul. Sentado de rodillas, apoyaba sus codos en las rodillas y con sus manos en las mejillas, dejaba que el viento jugase con sus cabellos. Su expresión era sombría, preocupada, melancólica. Las olas venían y mojaban sus pies desnudos, y parecía que su alma se hundía a cada paso. Miraba el mar, observaba el horizonte como el que espera algo, o peor aún, como el que no sabe que espera, el perdido, el barrido, el desorientado que no sabe volver al camino.

El niño capitán lo vio cuando volvía de perder otro barco en el fondo del mar. Lo miró extrañado y con su eterna sonrisa, cogió de nuevo una hoja de papel y hizo otro velero de papel. Sin embargo esta vez, una vez construido no fue corriendo a la orilla para depositarlo en su superficie. Se quedó mirando atentamente al joven que, sin inmutarse, dejaba que el mar mojase sus pies en cada ola.

Dando un saltito el valiente marinero paso por encima de uno de los castillos que había levantado por la mañana, y se acercó al melancólico chico. Una vez allí, se quedó parado esperando.

Al ver que no le hacían caso, depositó un barco al lado del mal educado joven que le había ignorado. Regreso con la misma sonrisa a su magnifico trabajo, hasta que llegada la tarde, su madre lo llamó para irse a casa.

Nuestro joven al ver que el azul horizonte se volvía poco a poco en tonos rojos, anaranjados y ocres, decidió que era momento de irse a otro sitio. Apoyando su mano derecha en la arena para coger impulso, vio a su lado un barco de papel, extrañado miró alrededor pero no había nadie. Se preguntaba de quién podía ser. No había nadie cerca, y mucho menos algún niño que pudiese reclamar su velero de papel. Sin embargo, un extraño sentimiento le invadió cuando cogió entre sus manos el barco hecho de hojas blancas.

Una sonrisa se dibujo en su cara que hasta entonces, había permanecido triste y melancólica frente al mar. Se acercó lentamente a la orilla, hasta que el mar mojó sus rodillas y con cuidado depositó el barquito de papel en la superficie. Evidentemente a los pocos segundos el barco se hundió. Al darse la vuelta, nuestro joven sin embargo, volvió a la arena de la playa con una sonrisa en la cara. Caminando cerca de la orilla, lentamente, vio como un castillo de arena era poco a poco derrumbado por el oleaje que comenzaba a subir su nivel, dio un pequeño salto para no pisarlo y silbando feliz, miró de nuevo el horizonte, sin perder la sonrisa y pensó que era un momento perfecto para viajar. Ir lejos y conocer lugares nuevos y extraños, dejarse vencer por la aventura y el riesgo, quitarse el miedo de encima y montarse en un barco de papel para navegar por un mar de retos y disfrutar mientras el oleaje no nos hunda.

Nuestro joven se marchó de la playa y en su cabeza solo veía un barco de papel surcando los mares, y él, en la popa arrimado, dejando que el viento del mar acariciase su cara, soñaba con las aventuras y los lugares por descubrir le quedaban.

Así que si cualquiera de ustedes, mi amigos lectores, desean acompañar a este humilde marinero de barcos de papel, sólo tienen que dejar volar la imaginación y ser capaces de soñar que un simple barquito hecho con hojas puede vencer las tormentas más fuertes y los vendavales más destructivos.

Saturday, June 24, 2006

Noche de San Juan

La noche de San Juan tiene algo mágico, misterioso, encantador. A la noche, frente al fuego, viendo como invencible asciende en miles de llamas, observando como la madera se convierte en ascuas y luego en cenizas, frente al mar y cubierto de estrellas, dejar volar los miedos y las preocupaciones supone un momento de purificación, y ese es el objetivo del sagrado fuego de la noche más corta del año.
Se acaba un ciclo en mi vida, ya no soy estudiante de universidad, se ha acabado la seguridad monótona y aburrida que me permitía no preocuparme por lo que hacer en pocos meses, era sencillo, simplemente volver del verano y estar de nuevo con mis compañeros de clases, reír, pasar buenos ratos con ellos, y malos por supuesto. Escuchar aburrido a los profesores, otras veces admirado, debatir, salir, gritar, enfadarnos, reconciliarnos, estar juntos, separados, etc.
Ahora delante la incertidumbre, el futuro, la nada y el todo, pues esa es la grandeza de emprender nuevos caminos, nuevos ciclos. Tengo ante mí todo un maravilloso sendero en el cual puedo elegir, dentro de unos límites, el futuro que deseo. ¿No es eso fantástico? Pues si les digo la verdad, estoy totalmente asustado, tengo un miedo horrible.
Soy en estos instantes como un globo con muchos saquillos de arena que le impiden volar muy alto, cerca de las nubes. En un saquillo tengo a mis amigos de Coruña, estoy harto de ver como no puedo estar a su lado y disfrutar de su compañía más tiempo. Mi vida en este aspecto se ha caracterizado por la regla de los 2 + 1. El placer de la compañía de mis amistades se ve limitado a dos años o en el mejor de los casos a uno más. Desde pequeño siempre la misma historia, el mismo cuento. Dos años, dos años, dos años más uno. Y lo peor de todo es que me dejo la piel para nada, y nunca aprendo.
En otro saquillo tengo a mis compañeros de gimnasio. Son encantadores, no sé como explicar lo buena gente que son, lo grato de estar con ellos, lo divertidos y sanos. Con ellos hacer deporte es un auténtico placer y no un sufrimiento.
Mi niña, como olvidarme de mi niña. El tercer saquito son mis dulces ojos negros de mujer morena, carne ardiente. Esa mujer pasional, esa alma incombustible, ese olor imborrable, esos besos embaucadores. Y aunque no te tengo como quisiera tenerte, sé que la distancia supone ya definitivamente perderte.
Maldita ciudad con mar, que me has hecho para que una alma viajera te miré y dude en marcharse. Ver tu paisaje de olas rompiendo en las playas, esa torre erguida y orgullosa, ese olor a salitre marino en una noche de primavera, esas niñas guapas. Coruña hechicera, rompe tu encantamiento, este pobre viajero quiere poder macharse y tú no lo dejas.
Muchos pesos, y demasiado miedo. ¿Qué tengo por delante? Lo que puedo ser. ¿Qué dejo atrás? Lo que soy.
Noche de San Juan. Una hoguera se apaga poco a poco, las fuertes y valientes llamas chispean por seguir vivas, las ascuas pierden su brillo lentamente, despacio. El calor de la hoguera se desvanece y el viento trae, junto con el rumor de las olas, un olor lejano, extraño y nuevo. El fuego se apaga, el ciclo termina. Y yo mientras, aquí sentado, sigo tiritando del miedo.
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