Monday, May 29, 2006

"En este país"

Bienvenidas sean las críticas hechas desde el conocimiento, el respeto y la humildad del que desea que mejoremos. Por eso, cada vez que leo un comentario sobre España, lo primero que hago es intentar ver quién lo hace, cómo lo llIeva a cabo y qué pretende con ello. Incluso, muchas veces estos tres puntos no son necesarios cuando la crítica se realiza desde el humor mordaz y el sarcasmo inteligente, como es el caso de cierto amigo en su rincón, cada vez que sale de él y otea el mundo y la sociedad que le rodea y dice, sin pelos en la lengua, lo que opina al respecto. Y son valiosos para mi por su sinceridad, su humildad a la hora de llevarlos a cabo y su capacidad, no siempre, de poner magistralmente el dedo en la yaga . Sobre todo aquellos donde habla de la España que quiere y ama, el país al cual respeta y admira, en todas sus virtudes y miserias; sin embargo, lo que no puedo soportar son los profetas del: "En este país".
Y así se llama un fabuloso artículo de uno de nuestros escritores más importantes, Mariano José de Larra, el cual escribe un delicioso comentario sobre aquellos que no hacen más que vomitar palabras sobre nuestro país, y cito textualmente: "Borremos, pues, de nuestro lenguaje la humillante expresión que no nombra a este país sino para denigrarle...", hagamos callar a los Don Periquitos que no hacen más que sacar su lengua sucia, venenosa y viperina para atacar por el mero hecho de atacar a "este país", que pese a quien le pese, se llama España y poco tiene que envidiar, en lo bueno y en lo malo, al resto de naciones.

"Olvidemos, lo repetimos, esa funesta expresión que contribuye a aumentar la injusta desconfianza que de nuestras propias fuerzas tenemos. Hagamos más favor o justicia a nuestro país, y creámosle capaz de esfuerzos y felicidades. Cumpla cada español con sus deberes de buen patricio, y en vez de alimentar nuestra inacción con la expresión de desaliento: «¡Cosas de España!», contribuya cada cual a las mejoras posibles. Entonces este país dejará de ser tan mal tratado de los extranjeros, a cuyo desprecio nada podemos oponer, si de él les damos nosotros mismos el vergonzoso ejemplo." Grande, pasional, increíble y magnifico alegato de uno de los críticos más duros y geniales que ha tenido España. Como él sí, como hacen otros no. Es cuestión de estilo, sin duda, pero ya se sabe, sobre gustos no hay nada escrito.

Thursday, May 18, 2006

Ámame (en galego en homenaxe polo Día das Letras Galegas)

Véxote o lonxe e miña alma desexa posuirte ate que non me queden folgos no corpo. Amarte e tan pouca cousa, o que sento non é amor, senón loucura de paixón desenfrenada. Bicar os teus beizos ardentes queimanme como si bicara mil soles, mais non podo deixar de facelo porque abandoar o teu corpo sería igual que morer.
Ti, misteriosa e lonxana, escura e perdida no tempo, es o segredo mellor gardado da miña existencia; ti es a miña vida a pesar de que a cada pequena fracción de tempo que pasa, o teu veneno me invade cada vez mais e me vas consumindo, acabando, matando.
Querote inda que non poida evitar o destino que me agarda, querote a pesar de que vas ser ti quen me mate e enterre. Seino polos teus ollos, eses buracos negros que cada vez que me miran clavan en min centos de coitelos invisibles pero doentes cada un deles.
Mátame pero non deixes de amarme mentras o fagas.....

Sunday, May 14, 2006

Una tarde en tren o de la España más profunda

Puntualmente a las 18:45 sale el tren destino A Coruña desde Ourense, bueno, puntualmente no, digamos que la salida estaba programada para las 18:30, pero quien quiera puntualidad que se vaya a un país centroeuropeo.
Una vez dentro del coche número 51, asiento 88p, se despliega ante mi un habitáculo impresionante: un pasillo amplio donde es imposible molestar a los pasajeros ya sentados con la maleta, unos asientos amplios y con una separación que permite sin problemas sentarse, donde las rodillas pueden sentirse a gusto sin tener que pelearse con el asiento de delante. En fín, que puede pedir uno por 18 euros.
Sin embargo, no suficiente con las maravillas del tren, los pasajeros están a la altura de las circunstancias, pues en España la educación y el saber estar se saben que son una de nuestras virtudes. Cómo llamar sino a esa chica ourensana que estudia INEF en la Coru, cuatro filas más atrás, hablando de como trata ella a los hombres, de lo bien que tiene su casa, que a partir del lunes comienza la dieta, que está harta de los profesores. Aún recuerdo su voz aterciopelada, dulce, musical y nada subida de tono.
Qué decir de esos dos maravillosos jóvenes anti-sistema, tan preocupados por el medio ambiente que no gastan una gota de agua innecesaria en ducharse, pues más importante es que los rios no se queden sin agua. Agradecido quedo a mayores por la música ambiental con la cual deleitaron a todo el vagón 51. Gracias a su radio cd podimos oir joyas de la música como :"vomitar vomitar, lo que voy hacer hoy es vomitar" o "colega, colega, dame más cerveza, pasa de la pasma y fumate una hierbabuena." . Y pensar que en Viena están celebrando el centenario de Morzart, serán incultos estos austríacos.
La guinda del pastel, lo que demuestra realmente que este país está en la cabeza de la Europa moderna y civilizada, ese pedazo de baño del vagón con la puerta automática atrancada y el vide lleno de restos minguitorios de los pasajeros, que piensan para ellos: "usemos éste que está estropeado, no vaya ser que jodamos otro." Pero lo mejor era ese olor inconfundible en nuestras narices.
Y yo me pregunto: ¿y esa señora suiza, de viaje por España, después de haber viajado por Austria, Alemania, Holanda, Bélgica y Francia?, se llevará la imagen adecuada de nuestro pais o seguirá pensando que Spain is different.

Saturday, May 06, 2006

La mujer de ojos verdes

No era quizás el mejor momento para irse de vacaciones, pero Andrés necesitaba descansar un poco de la rutina diaria y buscar algo que rompiese con la monotonía que desde hace años le perseguía. Por ese motivo pidió unos días libres en el trabajo, encargó los billetes para El Cairo y amenazó a sus amigos de que durante una semana no quería que nada ni nadie le molestase. De hecho, dudó entre llevarse su teléfono móvil o no, pero al final lo incluiría en su equipaje por si se presentaba alguna dificultad imprevista y necesitaba ponerse en comunicación con alguien.
La mañana de la partida, tres horas antes de tomar su vuelo destino a Egipto con escala en Londres, revisó meticulosamente el equipaje, delante de él tenía los pasajes, los visados, el pasaporte, la cartilla de vacunación para presentar en la embajada de España, las maletas con ropa, unos mapas de la ciudad y un libro sobre la historia de las pirámides y el arte egipcio antiguo. Comprobando que todo estaba en orden, llamó a un taxi y se dirigió hacia el aeropuerto.
La nueva terminal era impresionante, grandiosa, faraónica, pero un auténtico caos de salidas con retraso, perdidas de equipaje, turistas perdidos y azafatas de compañías aéreas con una sonrisa en la cara intentando apaciguar los alterados ánimos de los viajeros.
Andrés reconoció que tuvo suerte, en una hora y pocos minutos había realizado todas las tareas antes de embarcar, lo cual le dejaba algún tiempo para hacer unas compras de última hora en la tienda del aeropuerto, sobre todo la prensa del día y algo dulce para picar durante el trayecto que se presentaba largo. Y así fue como la vio y una sensación extraña recorrió todo su cuerpo.
Se trataba de una mujer alta, morena, de oscura tez y unos ojos verdes impresionantes, llevaba un vestido verde esmeralda y cubierta la cabeza por un delicado pañuelo de seda blanco. Reflexionó que se trataba de una viajera de su mismo vuelo o, por lo menos, de una musulmana a punto de coger un vuelo destino a su país. Pero algo en su interior le decía que no sería la última vez que la vería.
Embarcó y tomó asiento al lado de la ventana, se acomodó en su butaca y se abrochó el cinturón de seguridad. Aunque el vuelo hasta Londres sería corto, la parada se esperaba breve, y por lo tanto, tenía la intención de no levantarse de su asiento hasta que tuviese que ir al baño o hubiesen llegado al destino final.
El despegue se realizó sin problemas, y en pocos minutos comprobó por la ventana un Madrid pequeño y minúsculo, donde los atascos, el ruido e incluso, los jefes chillones e incompetentes parecían ser algo de otro sitio y no de esa ciudad tranquila y lejana que podía observarse desde la ventana del avión.
La azafata pasó ofreciendo bebida y otras cosas a los viajeros, Andrés pidió una tónica y se dispuso a leer la prensa que anteriormente había comprado, entonces, se acordó de la linda mujer árabe que había visto en el quiosco. Se preguntaba si serían viajeros del mismo avión, sin embargo, no le parecía correcto levantarse de su asiento para otear, como si mirase desde una atalaya, las cabezas de los restantes pasajeros para ver si la encontraba. Desistió de su búsqueda y se centró en la lectura.
No llevaban una hora en vuelo, cuando un vestido verde y un pañuelo blanco pasaron por su lado distrayéndole de las últimas cotizaciones del crudo en el mercado energético. Levantó la vista y vio que efectivamente se trataba de la mujer de ojos verdes y tez oscura. Parecía que intentaba llegar hasta la cabina de los pilitos, e incluso podía comprobarse que ocultaba algo extraño debajo de su bello vestido. Las azafatas no hacían más que rogarle que se sentara y que no podía acceder a una zona restringida para los pasajeros. Andrés durante un tiempo volvió a tener la extraña sensación que había experimentado en el aeropuerto la primera vez que la vio.
Y como de la noche a la mañana, en una milésima de fracción de segundo, oyó un disparo y un golpe seco en el suelo, como si algo o alguien se desplomara, vio a una de las azafatas tendida en suelo del avión con un charco de sangre, la gente en ese momento comenzó a gritar y volverse histérica. Unas voces gritaban intentado imponer silencio y algo de orden, y tenían un acento árabe muy marcado hablando español.
Tres personas, todas ellas mujeres vestidas con trajes verdes esmeralda y pañuelo blanco en al cabeza se movían por el pasillo con armas en sus manos, intentado de manera fallida calmar la situación. Pero por increíble que pareciese, lo consiguieron al término de unos minutos.
Dijeron que se trataban de mártires del todopoderoso Alá, que era mujeres iraquíes que habían perdido a sus niños y que querían vengarse de los invasores de su país y los infieles del mundo occidental. Sin más explicaciones asaltaron la cabina y se propusieron estrellar el avión contra la nueva terminal de aeropuerto. Andrés no sabía que hacer, estaba aterrado, asustado, paralizado por el miedo, y maldiciendo en mil idiomas la estúpida idea de haberse ido de vacaciones.
A la hora siguiente, cerca de Madrid de nuevo, Andrés comprobó acongojado que unos cazas del ejercito del aire habían sobrevolado en avión, escuchó un sonido raro, como de un cohete de fiesta pero más pronunciado y a los pocos segundos…. Las vacaciones habían terminado.
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