Sunday, June 25, 2006

Barquitos de papel

Un niño hacía barquitos de papel que luego dejaba con cuidado en el mar. Éste, indiferente de los sueños del pequeño capitán, entre olas y agua hundía cada uno de los estupendos veleros soñados por el valiente marinero. Cada vez que sus grandes y limpios ojos azules veían que el papel desaparecía de la superficie del mar, regresaba con una sonrisa en la cara y rápidamente se afanaba en arrancar una hoja de una libreta y comenzaba de nuevo el proceso para crear otro barco.

Se detenía, pensaba durante unos segundos cual seria la doblez más apropiada, si el casco sería más fuerte usando doble papel, si quizás el problema de los hundimientos estaba en la falta de estabilidad, y entonces decidió que era hora de poner una vela. Buscó un trozo de madera por la playa, y cuando lo encontró, haciendo un pequeño agujero lo introdujo en medio del barco de papel; luego con otra hoja, simuló una vela grande, desafiante al viento y al mar que, regocijándose en su poder, iba y venía retadoramente en forma de ola. Ahora sí, pensaba el pequeño diablillo, y de nuevo volvía a sumergirse hasta las rodillas, aguantando los invites de las olas y el viento, y depositaba el barco en la superficie.

A los pocos segundos de contacto del agua con el papel, este se volvía a mojar y el mar de nuevo, con una sonrisa maliciosa, se tragaba de nuevo el velero de este valiente capitán. Y otra vez, con una sonrisa en la cara, daba la espalda a su enemigo y volvía junto a su astillero de hojas y papel y comenzaba una vez más otro barco. Sólo interrumpió su juego cuando la madre le llamó para comer un bocadillo y ponerle más protector solar. En dos segundos devoró su merienda, con unas ganas y una energía desbordante, ansioso ahora que recobraba las fuerzas, de vencer por fin a la fuerza del mar, volvió a su importante tarea.

Un joven miraba sentado en la orilla ensimismado el horizonte azul. Sentado de rodillas, apoyaba sus codos en las rodillas y con sus manos en las mejillas, dejaba que el viento jugase con sus cabellos. Su expresión era sombría, preocupada, melancólica. Las olas venían y mojaban sus pies desnudos, y parecía que su alma se hundía a cada paso. Miraba el mar, observaba el horizonte como el que espera algo, o peor aún, como el que no sabe que espera, el perdido, el barrido, el desorientado que no sabe volver al camino.

El niño capitán lo vio cuando volvía de perder otro barco en el fondo del mar. Lo miró extrañado y con su eterna sonrisa, cogió de nuevo una hoja de papel y hizo otro velero de papel. Sin embargo esta vez, una vez construido no fue corriendo a la orilla para depositarlo en su superficie. Se quedó mirando atentamente al joven que, sin inmutarse, dejaba que el mar mojase sus pies en cada ola.

Dando un saltito el valiente marinero paso por encima de uno de los castillos que había levantado por la mañana, y se acercó al melancólico chico. Una vez allí, se quedó parado esperando.

Al ver que no le hacían caso, depositó un barco al lado del mal educado joven que le había ignorado. Regreso con la misma sonrisa a su magnifico trabajo, hasta que llegada la tarde, su madre lo llamó para irse a casa.

Nuestro joven al ver que el azul horizonte se volvía poco a poco en tonos rojos, anaranjados y ocres, decidió que era momento de irse a otro sitio. Apoyando su mano derecha en la arena para coger impulso, vio a su lado un barco de papel, extrañado miró alrededor pero no había nadie. Se preguntaba de quién podía ser. No había nadie cerca, y mucho menos algún niño que pudiese reclamar su velero de papel. Sin embargo, un extraño sentimiento le invadió cuando cogió entre sus manos el barco hecho de hojas blancas.

Una sonrisa se dibujo en su cara que hasta entonces, había permanecido triste y melancólica frente al mar. Se acercó lentamente a la orilla, hasta que el mar mojó sus rodillas y con cuidado depositó el barquito de papel en la superficie. Evidentemente a los pocos segundos el barco se hundió. Al darse la vuelta, nuestro joven sin embargo, volvió a la arena de la playa con una sonrisa en la cara. Caminando cerca de la orilla, lentamente, vio como un castillo de arena era poco a poco derrumbado por el oleaje que comenzaba a subir su nivel, dio un pequeño salto para no pisarlo y silbando feliz, miró de nuevo el horizonte, sin perder la sonrisa y pensó que era un momento perfecto para viajar. Ir lejos y conocer lugares nuevos y extraños, dejarse vencer por la aventura y el riesgo, quitarse el miedo de encima y montarse en un barco de papel para navegar por un mar de retos y disfrutar mientras el oleaje no nos hunda.

Nuestro joven se marchó de la playa y en su cabeza solo veía un barco de papel surcando los mares, y él, en la popa arrimado, dejando que el viento del mar acariciase su cara, soñaba con las aventuras y los lugares por descubrir le quedaban.

Así que si cualquiera de ustedes, mi amigos lectores, desean acompañar a este humilde marinero de barcos de papel, sólo tienen que dejar volar la imaginación y ser capaces de soñar que un simple barquito hecho con hojas puede vencer las tormentas más fuertes y los vendavales más destructivos.

Saturday, June 24, 2006

Noche de San Juan

La noche de San Juan tiene algo mágico, misterioso, encantador. A la noche, frente al fuego, viendo como invencible asciende en miles de llamas, observando como la madera se convierte en ascuas y luego en cenizas, frente al mar y cubierto de estrellas, dejar volar los miedos y las preocupaciones supone un momento de purificación, y ese es el objetivo del sagrado fuego de la noche más corta del año.
Se acaba un ciclo en mi vida, ya no soy estudiante de universidad, se ha acabado la seguridad monótona y aburrida que me permitía no preocuparme por lo que hacer en pocos meses, era sencillo, simplemente volver del verano y estar de nuevo con mis compañeros de clases, reír, pasar buenos ratos con ellos, y malos por supuesto. Escuchar aburrido a los profesores, otras veces admirado, debatir, salir, gritar, enfadarnos, reconciliarnos, estar juntos, separados, etc.
Ahora delante la incertidumbre, el futuro, la nada y el todo, pues esa es la grandeza de emprender nuevos caminos, nuevos ciclos. Tengo ante mí todo un maravilloso sendero en el cual puedo elegir, dentro de unos límites, el futuro que deseo. ¿No es eso fantástico? Pues si les digo la verdad, estoy totalmente asustado, tengo un miedo horrible.
Soy en estos instantes como un globo con muchos saquillos de arena que le impiden volar muy alto, cerca de las nubes. En un saquillo tengo a mis amigos de Coruña, estoy harto de ver como no puedo estar a su lado y disfrutar de su compañía más tiempo. Mi vida en este aspecto se ha caracterizado por la regla de los 2 + 1. El placer de la compañía de mis amistades se ve limitado a dos años o en el mejor de los casos a uno más. Desde pequeño siempre la misma historia, el mismo cuento. Dos años, dos años, dos años más uno. Y lo peor de todo es que me dejo la piel para nada, y nunca aprendo.
En otro saquillo tengo a mis compañeros de gimnasio. Son encantadores, no sé como explicar lo buena gente que son, lo grato de estar con ellos, lo divertidos y sanos. Con ellos hacer deporte es un auténtico placer y no un sufrimiento.
Mi niña, como olvidarme de mi niña. El tercer saquito son mis dulces ojos negros de mujer morena, carne ardiente. Esa mujer pasional, esa alma incombustible, ese olor imborrable, esos besos embaucadores. Y aunque no te tengo como quisiera tenerte, sé que la distancia supone ya definitivamente perderte.
Maldita ciudad con mar, que me has hecho para que una alma viajera te miré y dude en marcharse. Ver tu paisaje de olas rompiendo en las playas, esa torre erguida y orgullosa, ese olor a salitre marino en una noche de primavera, esas niñas guapas. Coruña hechicera, rompe tu encantamiento, este pobre viajero quiere poder macharse y tú no lo dejas.
Muchos pesos, y demasiado miedo. ¿Qué tengo por delante? Lo que puedo ser. ¿Qué dejo atrás? Lo que soy.
Noche de San Juan. Una hoguera se apaga poco a poco, las fuertes y valientes llamas chispean por seguir vivas, las ascuas pierden su brillo lentamente, despacio. El calor de la hoguera se desvanece y el viento trae, junto con el rumor de las olas, un olor lejano, extraño y nuevo. El fuego se apaga, el ciclo termina. Y yo mientras, aquí sentado, sigo tiritando del miedo.

Saturday, June 17, 2006

El rincón cumple un año: he aquí mi humilde regalo

Lo conocí hace ya unos cuantos años, exactamente cuatro, llegó callado, reservado, educado, pero orgulloso, inteligente, divertido, carismático como ninguno y en pocos días nos conquistó a todos con su sonrisa constante, su vitalidad contagiosa y su energía radiante y desbordante.

Luego se marchó, pero él es de esas personas que sabes que nunca se marcha de todo, detrás suya dejó la imagen de una persona que será bienvenida siempre que decida volver. Y no lo digo yo sólo.

Hace un año, sentado desde un rincón, mirando y reflexionando sobre el mundo tanto interior como exterior que le rodea, decidió que tenía muchas cosas que contar, que deseaba hacerlo y que además, tenía algo de talento y estilo para hacerlo. Desde ese momento, poco a poco consiguió que echar de vez en cuando una mirada a su rincón era un placer cotidiano, una sorpresa grata y placentera pues resulta que el chico valía para comunicar.

Y allí sigue, tan alegre como lo conocí, tan orgulloso, divertido, inteligente, educado, carismático y chulo como siempre. Lo veo sentado en el rincón, mirándonos y mirándose, pensando y haciéndonos pensar sobre lo importante que es vivir cada segundo como si fuese el último. Escribiendo con una sonrisa picarona, con unos ojos claros y penetrantes, atentos a cada cosa que pasa por delante de su pequeño pero inmenso rincón.

Imaginate la sorpresa cuando me enteré de que el chico escritor se trataba de un Oso. Un rincón donde un Oso intenta buscar su lugar en el mundo.

A mí sólo me queda agradecerle que me haya permitido entrar en su rincón, desde entonces, el pasarme algunas veces por allí supone una sorpresa por no saber con que nueva marravilla va a sorprendernos este Oso escritor, ingeniero informático, patinador, prácticante de capoeria pero sobre todo, excelente persona y mejor amigo.

Sunday, June 04, 2006

Joyas para compartir

Segunda recopilación de los mejores poemas que anoto en un cuaderno azul. Cuantos recuerdos, momentos, risas y lloros anotados, cuanta vida escrita en palabras, cuantos sentimientos escondidos en frases y versos. Espero que los disfruten tanto como yo.

“O seu corazón é un laúde suspendido; nada maís tocalo resoa”
De Be´ranger

Palabra muerta

"De pronto la palabra no sirve,
suena a hueca,
se ha desembrado y está nin nervadura.

Intentas pronunciarla y en la boca
queda un sabor a humo y a vacío.

La desnuda palabra tronchada y sin aliento
que urgía al corazón... La que tanto alcanzaba.

Su nombre, a estas alturas de la vida,
a estas alturas de la muerte, su nombre
no significa nada...
si acaso una sonrisa
-amarga y cruel sonrisa-
por los años que nos sirvió de apoyo.

Ahora sólo ceniza que se expande,
esa palabra, amor, que todo lo podía." de Santiago Castelo,

Noche

"El ayer, el mañana, el todavía,
hojarasca fugaz que arrastra el viento
en medio del jardín, en la alta noche,
cuando dormitan solas las estrellas.

Déjame hacer un fuejo con mi vida,
deja que ardan todos etos años,
también los libros de mi biblioteca,
versos, amores, tardes, desamparo.

Quel viento lleve toda la ceniza
lejos, muy lejos, a un rincón sin nadie,
a una cumbre con nieve, al negro mar.
Las cenizas del tiempo que fue mío.

Qué placer en la noche sigilosa
soñar que ya estoy muerto, que la vida
no vendrña a consolarme una vez más,
que nunca más sus labios en mis labios.

Dejo el ayer en su azulada llama,
dejo al mañana entre la leña verde,
con su negro carbón al todavía,
dejo mi vida arder, un fuego frío.

El tiempo ya es ceniza entre mis manos,
son ceniza mis manos en el viento,
en esta noche, en el jardín sin nadie,
con sólo un árbol donde Dios se ha ahorcado." de José Luís García Martín

Siete: las partes del todo o el todo de las partes, frases sueltas con muy poco sentido .

Amanece

El día ha llegado.La decisión finalmente se ha tomado. En los mapas de la mente se ha trazado la voluntad del espíritu, un alma que no mirará atrás, mucho menos retroceder.

Partir

Antes una última caminata, a lo largo de la orilla de la playa, entre la fresca brisa que refresca la mente, bajo el cielo despejado donde circulan las ideas como aves buscando su alimento en el mar.
Sobre la arena tibia 0 enterrándose levemente cada paso descalzo en la humedad de la orilla acariciada por los delicados dedos del mar, olas que vienen y se van continuamente sin descansar, sin dejar de murmurar borrando nuestras huellas.

Relato que sólo tiene al mar por testigo
Secreto que sabrá guardar
Mi partida

Miro hacia atrás
Veo montes, colinas y mucho más
Lugares donde he escrito mi vida
Lugares ya recorridos
Donde me refugié de la lluvia
Y donde me escondí del sol
Ahora he salido a caminar
Intentar al sol mirar
A la cara si es posible
Avanzar al horizonte prometedor
Bajo lunas y soles
Diversos colores
Ir más allá de lo que está a la vista
Y más allá

Ahora junto a mi barquito
Aquel por mí construido
De madera, fuertes velas y firme timón
Expresión de orgullo del trabajo dedicado
Hoy, en la orilla, junto al mar,
Se prepara para flotar
Levar anclas, izar las velas
Y maniobrar orgulloso su timón
Tras una larga espera en el muelle de los planes
Junto a tantos otros capitanes
Ya decidido el camino
Solo un paso queda por dar
Partir y navegar

Llegó la hora de partir
Miro las estrellas
Luminosas, brillantes
Ellas están ahí, mirándome y orientándome
Reflejo en el cielo de mi posición en los mares de la tierra
Indicándome donde está el horizonte
Y con su movimiento
Me dicen que debo ir más allá
Seguir mi camino
Mi propio camino

Saturday, June 03, 2006

La Mascarada

Te conozco aunque pienses que puedes ocultarte detrás del disfraz que durante tanto tiempo has llevado y aún llevas. Paseas por la vida pensado que estas seguro detrás de ese teatro que día a día representas, y aunque lo consigues con la mayoría, debo confesarte que conmigo has fracasado. La máscara se ha caído hace ya tiempo y cada vez que te veo, observo tu verdadero rostro, tu auténtico yo.

Caminas con la cabeza ergida, orgulloso y valiente, sin miedo a nada ni a nadie, dices y redices que no miras jamás al pasado, que no vuelves la vista atrás, pero en el fondo sigues anclado con el peso de los recuerdos clavados, aquellos que te infliguieron las cicatrices que ocultas con tu disfraz.

Distancia conjugada con farsa, mentira sumada con impasividad, meras tretas o juegos de personalidad para no mostrar que necesitas estar rodeado, que la soledad te asusta tanto como presumes de disfrutar con ella. Pobre diablo encerrado en su infierno, intentado mostrar que vive en un Paraíso construido a base de efectos especiales y decorados de cartón piedra.

Sigue con tu comedia, actúa en el teatro de la vida y quizás levantes los aplausos del público, pero recuerda, llega un momento en que la obra se acaba, el actor se baja del escenario y entonces, ay entonces, en ese momento se da cuenta de que la Máscara ya no sirve....
Free counter and web stats