Wednesday, July 18, 2012

¡Oye mi rugido!

Es la hora de los héroes, es la hora de los constantes, los perseverantes, los que se imponen a las situaciones con pasión y arrojo. No podemos escojer el contexto, pero mientras que los pesimistas lloran por no poder hacer nada y los optimistas, se engañan entre risas de espera por un tiempo mejor, los auténticos valientes entienden que la victoria necesita un ponerse en marcha, la felicidad se encuentra en el camino y el éxito en intentarlo con todas las fuerzas. Tú eres el león.



Eres el héroe de tu vida. Los héroes, al contrario de lo que muchos piensan, no carencen de miedo, eso sólo le ocurre a los inconscientes, sino que se enfrentan a ellos. Si la situación que te rodea es dura, recuerda quién eres y que sabes vencer tus batallas. Acepta el desierto, abrázalo y asume que la travesía será ardua, larga y dolorosa, pero en ella encontrarás la fuerza y la energía que te permitirán salir ganador. Tú eres el león.


No permitas que lo que te rodea gane la guerra de cambiarte, permance fiel a tu yo, a lo que sabes que es la raíz más profunda y rica de tu ser. Deben ser tu tronco y tus ramas llenas de hojas las que se adapten al inverno o al verano, pero tus raices, tu auténtico ser no puede ser devorado por el veneno pútrido del ambiente. Tú eres el león.


No puedes obsequiarte con el lujo de la derrota en tu esencia, de verte reflado en el espejo y no reconocer la imagen que la superficie de cristal pulida te devuelve. Lucha, aguanta, saca fuerzas de flaqueza y deja salir el grito de guerra que te hace único, auténtico, especial, en definitiva, que te hacer ser tú. Tú eres el león.


Alza a lo más alto tu rugido, que se escuche en todo confín de la sabana, tu fuerza, tu ser, tu energía. Que tu orgullo ruja cual león, que todos sientan tu poder, tu luz, tu ser. ¡Oye tu rugido! Tú eres el león.




GRITA BIEN ALTO




¡OYE MI RUGIDO!






Thursday, July 12, 2012

Tu corazón es....

latir a 170 pulsaciones por minuto cuando alcanzas una cumbre,

PUM PUM

sobresaltarse al ver a la chica que quieres,

ser lo único que oyes cuando le ves a él,

PUM PUM
brotar las lágrimas más duras o más tiernas en tu cara,

convertir un beso en pura magia,

PUM PUM

transformar el cansancio de una derrota en la vitalidad de una lección aprendida,

reír como cuando eras un niño,

PUM PUM

soñar con alcanzar tu estrella,

vencer tus miedos,

PUM PUM 

¿lo escuchas? ¿eres capaz de entender lo qué te está diciendo ahora? ¿Qué te dice tu corazón...? 

PUM PUM, LUEGO EXITO 

Tuesday, July 03, 2012

Soy un miércoles.

Veo un firmamento plagado de estrellas titilantes acompañando una majestuosa luna llena. Esa misma luz que llega a mi ahora mismo, fue emitida por esos astros hace millones de años atrás. Resulta curioso pensar que el cielo que ahora yo miro, es en realidad una escena del pasado que forma parte de mi presente, y que posiblemente muchas de las estrellan que brillan incluso hayan dejado de existir. Dicen los científicos que dentro de muchos millones de años, las mismas estrellas que ahora nos acompañan dejarán de hacerlo porque el universo se expande y su luz no llegará hasta nosotros. ¿Podremos ver otras? No lo sé.

He leído también que el ser humano tiene el tamaño perfecto para poder observar lo pequeño como las partículas subatómicas y objetos tan grandes como superestrellas que dejan en ridículo a nuestro Sol. Somos los miércoles de la realidad, en medio de lo ínfimo y lo inmenso. De pequeño me gustaba pensar que las bombillas de mi casa eran las estrellas para las hormigas, moscas y demás insectos pequeños que pululaban, mientras que nosotros, los seres humanos, seríamos las bacterias o los virus para entes gigantescos. Así que cada vez que una mosca alcanzaba una bombilla, me reía diciéndole a mi madre ,"¡mira mamá!, esa mosca astronauta acaba de llegar al sol de nuestra cocina!" y otras veces, por el contrario, me escondía y cuando mi padre me preguntaba por qué lo hacía le respondía, "hoy no quiero que me vean por el microscopio".

De pequeño también jugaba con mi hermana a retorcer el tiempo, así nos vestíamos de viejos con la ropa de nuestros abuelos, pero nos comportábamos como niños saltando a la comba, jugando al truque o al escondite. Luego, cuando teníamos nuestras propias ropas, imitábamos a los abuelos con sus achaques, sus voces cortadas y débiles y sus lentos pasitos al caminar. El tiempo era nuestro, no nosotros suyo. Algunas veces jugaba también a pensar que el tiempo iba acelerado o a cámara lenta como en una película de vídeo, algo que sacaba de quicio a mi madre cuando me mandaba buscar algo a la tienda y yo tardaba una eternidad en hacer el recado. Más de una vez, ella acabó presionando el botón de acelerar amenazando con la zapatilla en la mano.

Ahora que soy mayor, me doy cuenta que lo que estaba haciendo cuando era niño no era otra cosa más que relativizar. Lo rápido y lo lento, lo grande y lo pequeño, las fronteras del tiempo entre pasado, presente y futuro son demasiado delgadas como para convertirlas en algo insalvable.

El trabajo no es tan indispensable como pensamos, como tampoco lo es encontrar al amor verdadero, no todos los problemas que nos atenazan son tan grandes como nos los imaginamos, ni tampoco tan insignificantes las cosas que muchas veces dejamos de lado o hacemos sin darles su justa importancia. Puedes sin darte cuenta pensar que estas brillando en tu presente pero no ser más que un mero recuerdo de un estado pasado, ser joven y estar viviendo la vida de un viejo decrépito, pensarte tan pequeño como para no alcanzar tu estrella o por el contrario, verte tan grande que desprecies las pequeñas cosas valiosas de la vida.

Cada vez que pienso sobre ello, me doy cuenta de lo que realmente debo hacer es no dejar de jugar. Recordarme a mi mismo que soy un miércoles, que estoy justo en medio entre lo más grande y lo más pequeño, que soy un ser potencial para verme conseguir lo que yo decida, que tengo el tamaño justo para alcanzar el cielo o hacer tan pequeño un problema para poder superarlo simplemente con un salto, que poseo la luz que puede hacerme brillar ahora y permanecer presente en el futuro, que soy dueño del tiempo para sentir mi vida como yo decida y elija. Y si la soberbia y el orgullo me dominan, recordar que incluso el sol es un enano, y si las fuerzas me flaquean, recordar que incluso las moscas pueden llegar al sol.
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