Sunday, August 27, 2006

¿Y ahora qué?

¿Y ahora qué? Esa era la pregunta que le martilleaba constantemente la cabeza desde hacía unas horas. Sabía que tarde o temprano toda verdad saldría a la luz, pero no esperaba que fuese de esa forma y mucho menos, por supuesto, delante de ella. Todo había sido sencillo hasta el fatídico momento. Acostumbrado como estaba a mantener su vida como un teatro permanente, desde pequeño había aprendido a base de duros golpes unos más dolorosos que otros, que en la gran farsa de la vida, lo mejor es coger el guión por los cuernos e interpretar el papel o los papeles que mejor sepa uno. Así, como un niño prodigio descubrió que tenía un don especial, la habilidad de interpretar miles de papeles diferentes, ninguno real, todos ficticios, pero al mismo tiempo, ninguno falso, pues en cada uno de ellos había pequeños restos de su verdadera personalidad.
Así, se mostraba como el hijo, el amigo, el amante, el estudiante, el… miles de un él que en cual collage vitalista, podían sembrar la duda entre los que le rodeaban, pero para el actor protagonista suponía un juego maravilloso donde refugiarse del posible acoso del exterior. Y para aquellos que pensaban, osadía atrevida, que habían descubierto su verdadero rostro, en un giro melodramático magnífico, mostraba otra máscara más de su infinitud de personalidades.
Vertían sobre él, envidiosos y celosos de su capacidad, injurias de mentiroso y falso, sin embargo, sin alterarse lo más mínimo aseguraba que su farsa era precisamente eso, una farsa, jamás una mentira, pues simplemente jugaba con la verdad y sus múltiples formas. Le gustaba llamarse ilusionista de la vida. Pero ahora todo había acabado.
Desde un tiempo atrás había entrado en su gran comedia vital una mujer, un personaje más con la cual jugar e interpretar un papel más, pero con el paso del tiempo, esa linda actriz se mostró muy capacitada para ir quitando capa a capa todos los papeles que él intentaba levantar contra la insultante tenacidad y terquedad de ella por conocer a su verdadero yo. Así, como muy pocas personas antes habían logrado, consiguió llegar a la última máscara antes de conocer su verdadero rostro. Por aquel entonces, él estaba completamente enamorado de aquella mujer capaz de destruir en pocas semanas todos sus disfraces, sin embargo, algo por dentro le preocupaba cada vez más, si lograba llegar a su más hondo ser, a su verdadera personalidad, sabía que todo acabaría, por ello no hizo más que mandarle señales de que no siguiese quitándole capas, que no le gustaría lo que encontraría una vez le dejase desnudo. Ella, como si la vida le fuese en ello, no paró e ignoró completamente sus advertencias.
Fue así como en una noche de sábado, la última máscara cayó y ante ella apareció el auténtico rostro de él. Se hizo el silencio e incluso dio la sensación de que el firmamento se había nublado para no querer ser testigo de ese fatídico momento. Él había quedado con ella para decirle que la amaba con locura, que la quería como nunca había querido a nadie y que le profesaba auténtica pasión. Estaba por supuesto, interpretando el papel de amante, y como siempre, a pesar de lo teatral de su representación, en el fondo, sólo para aquellos que no le escuchasen, si no que lo viesen, que le prestasen la atención necesaria, sabrían que no estaba mintiendo, que de verdad la amaba. Ella por su parte, deseando conocer de verdad si esos sentimientos eran del todo ciertos o parte del papel, quitó la última prenda del disfraz y la última máscara cayó al suelo.
Por fin podía ver completamente desnudo a su actor, sin embargo, lo que vio le lleno de tristeza y amargura. Comprobó que la amaba de verdad, que sus sentimientos no habían sido fingidos como parte de un papel más, pero no sólo vio eso, sino que también pudo observar todo lo que él deseaba ocultar para prevenir el dolor que su simple visión causaba tanto a los demás como a él mismo.
Con los ojos llenos de lágrimas se le acercó al oído y le susurró, dulcemente pero dejando entrever el amargo destino, ¿y ahora qué?... .

4 comments:

rocío said...

Leche, que bien escribes! Consigues que me vaya imaginando cada escena con todo detalle.
¿Qué podía haber en aquel chiquillo que fuera tan tremendo para que todo diera un giro radical? Puesss, ahora... esperaremos la nueva continuación...

Saludos Alberto :)

Alberto Fernández said...

JAJAJA, gracias Rocio por ese halago en todo desmesurado, pero sin ser falso, oye, que bien sienta. Siento decirte que las dos historias anteriores no tienen continuación, esa es la gracia. Bueno no tienen excepto que alguien se anime a darsela. :) gracias por seguir leyendome. Un fuerte saludito.

Anonymous said...

¿Qué podía haber en aquel chiquillo que fuera tan tremendo para que todo diera un giro radical?

Rocío, puede haber lo que tú quieras: miedo, mentiras, verdades, sentimientos adversos, o un sinfín de posibilidades, ahí radica lo bueno del final abierto, es el lector quien debe completarlo a su voluntad. Yo opino, y con permiso del autor, que detrás de la última máscara no hay NADA, que símplemente se esconde de la única verdad en su vida que es que no tiene nada que esconder.

Reto, ya que estoy, al autor a cerrar la historia de alguna forma (obviamente no vale el cierre que yo le he dado). ¡Ala! Ya tienes deberes para la próxima entrada.

Saludos

Alberto Fernández said...

Gracias a los dos por sus palabras. Nene, jolín, mira que me pones algo fácil, jejejejeje, bufff, la verdad, siendo sincero, es que se trata de un reto bastante difícil, pero sabes que no hay nada mejor para motivarme que retarme. Dadme tiempo y veremos lo que sale.
Por cierto, chapó por tu comentario, has entendido el relato perfectamente,jajajaj, quien mejor que tú para entender de disfraces ;) (tómatelo como una broma eh).
Un saludito y gracias de nuevo majos.

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