Dice un sabio amigo mío parafraseando un dialogo de Matrix: “¿crees en el destino, Neo? No. ¿Por qué? No me gusta la idea de no ser yo quien controle mi vida. No funciona, que no creas en una cosa no quiere decir que no exista, cada vez estoy más convencido en que todos venimos aquí con un plan fijado y que lo único que podemos hacer son pequeñas variaciones en el camino que nos marca el destino.” Dice también: “vivir engañándose a uno mismo es lo mejor del mundo”. Resumiendo: no somos libres, somos tan poco libres que incluso uno debe engañarse a sí mismo para poder ser feliz. Yo pregunto: ¿Cómo vivir sabiendo que no soy libre? ¿Cómo mirar mi reflejo en un espejo y no sentir nauseas por mentirme?.
Las respuestas no son fáciles, ni únicas, incluso dudo de que existan verdaderas respuestas a estas preguntas. ¿Soy libre?, creo que si, soy tan libre que toda la vida es un camino para aprender que debemos ser responsables de nuestros actos. De hecho, somos tan libres que dice Georges Perec: “El problema de la elección, el problema de la vida entera.” El destino no está escrito en ningún sitio, porque de ser así, no tendría sentido que la libertad exista, no serviría de nada que tenga que tomar decisiones en todo momento, bastaría con sentarme bajo un árbol y esperar que mi destino se cumpla, no tengo porque hacer nada, todo ocurrirá lo quiera o no. Aceptar un destino supone aceptar la existencia de un orden preestablecido, supone que debe haber alguien que haya decidido un papel para mi, es creer que mis actos no tienen ninguna consecuencia, es no querer aceptar responsabilidades, negarse a aceptarlas.
¿Se es feliz engañándose uno a si mismo?, humildemente creo que no. La situación debe ser tan insoportable, que no creo que ningún ser humano soporte tal cantidad de cinismo e hipocresía sobre su propia forma de actuar. Además, es imposible engañarse a uno mismo, es la cuadratura del círculo, algo imposible; pues cuando actúo de forma incorrecta con mi forma auténtica de ser, soy consciente de que lo estoy haciendo, por lo tanto ya no puedo engañarme. Resulta tan duro mirarse al espejo y no gustarse, es realmente difícil comprobar que no somos la persona que deseamos ser, que no nos gusta como actuamos, etc. etc. Dice Sartre en su obra La náusea: “No puedo decir que me sienta aligerado, ni contento; al contrario, eso me aplasta; he comprendido todo lo que me ha sucedido desde el mes de enero. La náusea no me ha abandonado y no creo que me abandone tan pronto; pero yo no la soporto, ya no es una enfermedad ni un acceso pasajero: soy yo.”
Pues si sé todo esto, por qué no puedo sentirme libre y no ser capaz de actuar como realmente mis sentimientos lo exigen, pues no tengo la menor idea. Quizás las palabras de mi sabio amigo tengan algo de razón. ¿Tienes tú la respuesta?.
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