Salí hoy del gimnasio después de una sesión de spinning dura pero muy reconfortante, comprendo que esta afirmación puede sorprender, pero aquellos que disfruten del ejercicio me entenderán perfectamente.
Con esa fantástica sensación en el cuerpo, después de tomarme un café y haber devorado unas cuantas páginas de mi nueva lectura, "El palacio de la luna" de Paul Auster, llegué a casa y comencé navegar por Internet releyendo viejas entradas de mis blogs y oyendo música. No es algo que haga muy a menudo, pero ocasionalmente suelo perderme volviendo a leer lo escrito por mí, sobre todo mis reflexiones, para comprobar si lo plasmado negro sobre blanco sigue estando presente en mi forma de pensar o bien, el paso del tiempo ha dejado su inevitable huella.
Estaba, como he dicho, releyendo y oyendo una fantástica pieza de Jaroussky titulada "Sovente il sole", cuando dí con la entrada titulada "A quien buen árbol se arrima...". De manera muy breve, en ella reflexionaba sobre mi concepto de amistad y la necesidad que tenemos de rodearnos de gente "que nos transmita vitalidad, ganas de vivir, sentimientos,si han leído bien, sentimientos ahora que estos parece que nadie valora correctamente, pero no solamente sentimientos, sino también valores y creencias que nos motiven a ser mejores personas." La base de esta afirmación se encuentra, a mi modesto parecer, en que como todos sabemos, el conocimiento está disperso y no centralizado en un único individuo. No podemos mejorar como personas si nos creemos seres perfectos y maravillosos que no necesitan aprender de otros. No debe suponer esto un alegato en contra de la auto-superación o la auto-motivación, cualidades fundamentales y que uno debe aprender cuanto antes. El intentar superar nuestras barreras tanto profesionales como personales por nosotros mismos es la piedra angular del éxito y una vida feliz. Pero, ello tampoco debe suponer en nosotros el fomento de un ego desmedido y descontrolado que críe sentimientos tan negativos como el orgullo agigantado, la soberbia, la pedantería, etc.
Esta reflexión mía, originó una respuesta en otro blog con el título de "La amistad ante todo... efímera" (la cual animo a que lean), donde el dueño expone sus ideas sobre la amistad. Entre todas ellas, destaco: "Sin duda no hay nada más enriquecedor que darlo todo de ti mismo sin esperar nada a cambio.." o "Cuando vas de un lado a otro y tienes que conocer mucha gente y no te da tiempo a intimar con nadie aprendes a sacarle partido a todo el mundo, a "intimar" con todo el mundo y a abrirte a todo el mundo." Para él, la bondad o generosidad en las relaciones personales deben primar por encima del tipo de relación que se establezca o pueda establecerse, básicamente puede resumirse en un "haz el bien y no mires a quién".
No voy a ser yo quien juzgue aquí, una actitud como esa, que además de compartir, me parece digna de alabanza y admiración. Pero si me gustaría remarcar algo de lo que me he dado cuenta después del tiempo que ha pasado de esas dos entradas.
Y es que quizás él tenía más razón de la que yo pensaba por aquel entonces. En su respuesta a mi entrada escribía: "La amistad es algo tan subjetivo... Para unos una amistad es una llamada de vez en cuando, para otros saber qué pasa en cada momento en la vida de sus amigos, hay quien piensa que la amistad es algo que se lleva dentro..." Y ese es el verdadero problema de la amistad, lo que cada uno espera a su vez del concepto previo que uno ha preconcebido de la amistad. Si una persona espera que le llamen y otra no ve esa importancia, tenemos un problema; si una persona muestra interés por saber de la otra, pero esta segunda es reservada, tenemos un problema; etc.
Ese concepto construido mentalmente sobre lo que significa la amistad no es algo objetivo, cada uno tiene su propia concepción y respuesta a la pregunta de qué es la amistad y, por lo tanto, actúa y espera en consecuencia de esa concepción previa. Por ello, toman más valor las palabras de Oso cuando nos dice que es mejor dar desde un principio, sin mirar a quien ni esperar nada a cambio, porque esa actitud generosa nos evita problemas mayores sobre lo que nos va a deparar una amistad. Damos, y como no esperamos nada a cambio, nuestro concepto de la amistad no se ve afectado y por lo tanto, no surgen los problemas.
Es cierto, debo hacer constancia de ello, que en ese argumento, echo en falta valores como la lealtad y el compromiso. Arturo Peréz Reverte en una entrevista respondía que la amistad es ver como tus amigos cometen actos deleznables y atroces y tú, eres incapaz después, a pesar de saber que han obrado mal, dejar de ser amigo suyo. No todos compartirán esa opinión del genial escritor cartaginés.
Por mi parte, aunque sigo considerando básicos para una amistad la lealtad y el compromiso, también es cierto que esos han sido, por otro lado, las ideas sobre el tema que nos ocupa que más problemas me han dado con mis amigos. Espero lealtad y compromiso, sin darme cuenta de que ese es MI concepto de la amistad, y no la que tienen la gente que se mueve en mi círculo más cercano. Ahora entiendo mejor que nunca, eso de no esperar nada de nadie, y dar lo mejor de uno, porque aunque no recibamos nada, como tampoco lo esperamos, por lo menos nos encontraremos muy a gusto con nosotros mismos.
De estos escritos han pasado ya casi cuatro años, los mismos que llevaba conociendo al dueño de El Rincón Barrido, lo que hace, que actualmente sean ya ocho. Mi pregunta es: ¿hemos cambiado o seguimos pensando igual? Aunque yo ya tengo mi respuesta.
1 comment:
A veces es mejor no conocer la respuesta pero actuar con el corazón. Y estaré encantado de comentarlo contigo dónde, cómo y cuándo quieras.
Un fuerte abrazo Oso.
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