Saturday, November 05, 2005

Luna

Dedicado a todos los que tienen su propia luna…

El sonar de una guitarra que recorre el aire de forma lenta y melancólica, la soleá que inunda de recuerdos lejanos los corazones de hombre y mujeres que solos beben por un pasado que nunca se ha marchado del todo. El humo de los cigarros, cortina blanca, permite que cada uno piense en lo suyo, en silencio y cabizbajo, con los ojos perdidos en una mesa de madera vieja, sucia y llena de restos de vino.

Entre todos ellos sólo hay uno que no muere poco a poco, uno que en cada dulce nota ríe y está feliz. Todos le preguntan por qué, el calla y no responde. Sus ojos están absortos en un más allá que solamente el puede ver y entender. Él sabe porque es feliz y también es consciente de que los demás jamás lo entenderán, lo tomarán por un loco y lo ignorarán. Esta es la historia de un muchacho que vio la luna brillar.

En una noche fría y de invierno, camino de su casa, cansado de trabajar y estudiar, pensando que todo lo que le rodeaba era gris y desesperanzador, cuando cerca estaba ya de ponerse a llorar, algo misterioso le ocurrió. De pronto, en lo alto el cielo, entre un mar de estrellas vio la luna. Pero no se trataba de una luna cualquiera, era una luna grande y blanca, que brillaba con luz propia y que con dulces palabras le cantaba una canción de cuna. Con sueño, bajo un árbol se hecho a dormir y allí, soñó que soñaba como amaba a una bella mujer, de piel de plata y ojos claros, cabellos rubios y manos suaves, que con voz melancólica le cantaba cerca del oído, canciones de gitana guapa. Fuego en sus labios y blanca leche en sus pechos, el dormía y soñaba mientras la luna brillaba y una mujer preciosa le amaba. Sus ojos, estrellas de azabache, miraban los suyos y le decían tómame entera esta noche de luna llena y mágica.

Hacía ya dos días y él seguía recordando esa noche, esa luna y esa gitana, y cuando todo el mundo le decía que estaba loco, que todo había sido un sueño, que la luna no brillaba y menos aún cantaba canciones de cuna, él se callaba y pensaba: nadie va a decirme como es mi luna.

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