Somos luz que espera lentamente desvanecerse contemplando a la oscuridad que, poco a poco, va llenando nuestro horizonte. Nuestra vida fracasa en cada momento que vivimos, pues vivir significa acercarse cada vez más, inevitablemente, al tiempo final.
Dice una canción que “al final de este viaje la vida quedará y nuestros cuerpos hinchados de morir…”. Y es que la cruel meta llegará y todo lo anterior se perderá, el reír y el llorar, el amar y el odiar, la amistad y el primer abrazo de sinceridad, el primer beso y la primera mirada también se irán y sólo quedará, a nuestro pesar, un cadáver frío y solitario, una vela apagada nada más.
Cada uno de nosotros somos velas esperando que en cualquier momento, el aliento de un Dios travieso y mal criado apague la llama de nuestra existencia; vuestros fuegos, que ahora aún arden, se consumirán, la vela de la existencia morirá y dejaremos de recordar.
Olvido eterno en un mar de paz de muertos anónimos, pues nadie nos llorará, nadie nos vendrá a poner flores ni nos nombrará. Tu, yo, nosotros, vosotros, todos seremos palabras vacías que no significarán nada porque en nada seremos convertidos.
Tu mecha se consume en cada tic tac de tiempo y no haces nada…
1 comment:
Mientras ese dios malicioso a nosotros nos queda disfrutar día a día de nuestra vida.
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