Esta vez no ha podido ser. Me siento triste por no haber tenido la más mínima posibilidad de haber asistido en el Teatro Real de Madrid a la magnífica interpretación de Plácido Domingo en Simon Boccanegra del compositor italiano Guiseppe Verdi.
En este melodrama intenso, profundo y apasionado el gran tenor español se reconvierte a barítono después de superar una muy dura enfermedad. Sin embargo, las grandes estrellas nunca se apagan y Domingo es un grande entre los grandes y así lo está demostrando en esta representación.
Ovaciones y largos aplausos en los más prestigiosos recintos operísticos del mundo como la Scala de Milán, el Royal Opera House de Londres, el Staatsoper Unter den Liden de Berlín o el Metropolitan Opera House de Nueva York. Llegaba al Real y sus aficionados acabaron con todas las entradas disponibles en minutos.
Tal era la expectación y tan bien cubierta fue por Plácido Domingo, que el Real le dedicó el primer día cerca de 16 mintuos de aplausos, convirtiéndose en la ovación más larga dada en el recinto. Sin embargo, la apoteosis estaba por venir. El Real junto con sus patrocinadores y el ayuntamiento de Madrid, decidieron sacar a la calle el grandioso espectáculo.
Las pantallas sacadas a los balcones que dan al Palacio Real en la Plaza de Oriente, consiguieron que miles de aficionados incapaces de poder asistir dentro del Teatro, inundaran el lugar y aguantasen un calor infernal para oír a gran Domingo. ¿Mereció la pena? Si uno lo valora por los 25 minutos de aplausos y ovaciones que se le brindaron diría que sí. Pero yo prefiero dejarles un vídeo de su interpretación en el Royal Opera House para que lo decidan por ustedes mismos. Yo por mi parte, creo que 25 minutos sólo consiguen devolver una mínima parte de la genialidad que Plácido Domingo logró ese día.
¡BRAVO MAESTRO!
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