Te conozco aunque pienses que puedes ocultarte detrás del disfraz que durante tanto tiempo has llevado y aún llevas. Paseas por la vida pensado que estas seguro detrás de ese teatro que día a día representas, y aunque lo consigues con la mayoría, debo confesarte que conmigo has fracasado. La máscara se ha caído hace ya tiempo y cada vez que te veo, observo tu verdadero rostro, tu auténtico yo.
Caminas con la cabeza ergida, orgulloso y valiente, sin miedo a nada ni a nadie, dices y redices que no miras jamás al pasado, que no vuelves la vista atrás, pero en el fondo sigues anclado con el peso de los recuerdos clavados, aquellos que te infliguieron las cicatrices que ocultas con tu disfraz.
Distancia conjugada con farsa, mentira sumada con impasividad, meras tretas o juegos de personalidad para no mostrar que necesitas estar rodeado, que la soledad te asusta tanto como presumes de disfrutar con ella. Pobre diablo encerrado en su infierno, intentado mostrar que vive en un Paraíso construido a base de efectos especiales y decorados de cartón piedra.
Sigue con tu comedia, actúa en el teatro de la vida y quizás levantes los aplausos del público, pero recuerda, llega un momento en que la obra se acaba, el actor se baja del escenario y entonces, ay entonces, en ese momento se da cuenta de que la Máscara ya no sirve....
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