Le llamarón loco, no entendían por qué lo hacía, sus motivos se les escapaban porque para ellos el esfuerzo y la dedicación que el reto implicaba excededían lo normal. Sin embargo, él era de todo menos normal. No significa esto que fuese más listo o más fuerte que cualquiera de nosotros, sino que la llama que arde en su interior era diferente. Hablo de ese gusanillo que todos tenemos dentro y que algunos optan por ocultar y no oír y, sin embargo, otros prestan atención.
Él es de los que se bajan y mueven el árbol que entorpeze el camino. Un simple niño, pero con más alma que muchos hombres adultos. Yo conozco a un adulto así, con una autentica alma de niño. Él también movió el árbol que le impedia seguir avanzando. Por eso, desde este blog, quiero felicitarle y agradecer su valiosa lección.
1 comment:
Me alegro, este vídeo lo puse en la clase que di en su día en la complutense y también a ellos les gusto.
Me pareció una buena forma de reflejar tu increíble espíritu de niño adulto aventurero ;)
Un abrazo desde Madrid.
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