No suelo leer poesía con la misma asiduidad que lo hago con la novela o el ensayo, sin embargo, algunas veces cae en mis manos algún poemario y me dejo atrapar por la magia del verso.
Mientras organizaba un poco las lecturas ya leídas y las pendientes, gracias a todos los que se han acordado de mi estas navidades y han aumentado mi lista de libros por leer, topé con un poemario del poeta mexicano Alberto Blanco titulado "La hora y la neblina". Desconozco si el libro puede adquirirse en España, llegó a mis manos gracias a un regalo de un amigo mexicano amante de las "lindas mujeres españolas", el tequila "de verdad, cuate, a ver si me explico, porque uno puede tomar un Cuervo o un Herradura, pero no la chingada madre que venden normalmente por tequila " y la poesía. Todo por una discusión a altas horas de la madrugada donde entre enfadado y sorprendido, no concebía que no conociese a ningún poeta mexicano. Prometió que cuando regresase a Veracruz, me enviaría un libro de poemas de uno de sus poetas preferidos. Y cumplió su promesa.
Empezé leyendo un poema, otro y luego otro más y al final llevaba más de 100 páginas de las más de 500 de este impresionante poemario. Les dejo una pequeña muestra en forma de poema para que disfruten de su verso como yo lo estoy haciendo.
Declaración de amor a la orilla del mundo
"Todo lo que no alcanzamos a decirnos
lo dijeron los árboles temblando por nosotros:
las espigas rosadas al borde del camino,
los pájaros hundidos en su canto invisible
y un rumor que venía de todas partes y de ninguna.
Recuerdo que me detuve a recoger una piedra
y la levanté con gran cuidado -amorosamente-
como si hubiera sido un pajarillo
que acabara de caerse de su nido.
La puse junto a tu oído y te dije:
- Cierra los ojos… ¿la escuchas?
- Sí, ¿qué es?
- Es la niebla."
Alberto Blanco, La hora y la neblina.
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