“Un CSMA/CD: la estación escucha mientras transmite”… tendré que ver como arreglo la cita de hoy a la tarde… “…libre, transmite. Si está ocupado espera a libre y transmite. Si detecta colisión, se transmite trama corta de colisión y cesa la transmisión…”. Oye Juan, deberíamos ver como es posible pedir otro aparato de estos a la central sin que los de presupuesto se mareen y tengamos que dar explicaciones, bueno, no más de las justas.
Cogeré la cazadora parece que ahí fuera hace frío. La verdad es que no me enteró mucho, pasarse más de doce horas encerrado en el laboratorio sin ver más luz que la alógena y más vistas que la pantalla parpadeante y los malditos cacharritos todos conectados unos con otros. La verdad es que Julia tiene razón, soy un prisionero de guerra reciclado en técnico de laboratorio informático.
¿Julia?... qué tal estás cielo. Acabo de salir y estoy a punto de entrar en el metro. Supongo que si todo va bien y el trencito no llega tarde estaré ahí dentro de unos veinte minutos. ¿Quieres qué lleve algo? De acuerdo, te quiero, un beso. Y muchas gracias por la cazadora. Es preciosa.
Vaya, que sorpresa. El metro está repleto y el andén parece una verbena. En elecciones y ni siquiera ahora, cuando estos vampiros nos piden el voto solucionan el problema, y Julia esperando, con el frío que hace.
¿Si?, soy yo. Buenas tardes. Dígame. ¡Cómo! Pero si ni puede ser… si… si… hablé con ella hace menos de media hora… pero… pero… pero… un accidente de coche… hielo en la carretera…
Hace media hora que Julia ha muerto. No puedo llorar y no sé por qué. El móvil no para de sonar pero no tengo ganas de contestar a nadie. Tengo mucho frío. Pero desde que salí del metro y volví a la calle no me he movido. No puedo.
A lo lejos parece que alguien busca donde pasar la noche. Con la helada que está cayendo no lo tendrá fácil, yo tampoco. Me parece que está temblando. Por qué narices me estoy fijando en un don nadie. No lo sé. Simplemente tengo la sensación de que algo me invade y me empuja a ir hacia allí.
El pobre viejo está delirando, hablando de no sé que colegio y no sé que hospital. Parece que quiere coger algo con la mano pero no alcanza. ¡Claro!, ¡la manta!, quiere taparse. Sin embargo no creo que con una cosa tan delgada y los cartones sea capaz de pasar la noche. En fin. La vida es así. Hace cuarenta minutos que Julia no está y ahora un viejo vagabundo parece que tampoco tardará mucho en abandonar este juego.
Me quito la cazadora y ayudándole a coger la manta, le abrigo. No sé percata de nada. Mañana despertará y no sabrá como el abrigo habrá llegado hasta él. No sabrá que Julia habrá muerto por culpa del frío y que ella le habrá salvado la vida. Qué curioso. Un muerto le habrá salvado de la muerte.
1 comment:
Curiosa historia, Alberto... La vida siempre parece alimentarse de la muerte de algo, al fin y al cabo.
Un saludín
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