Invierno y frio

El frio me hiela los labios a través de los huecos de la bufanda. Tengo las manos tan frías que ya no siento los dedos y creo que los pies son ya dos cubitos perfectos para un vaso de whisky. Quizás exagere, pero lo de lo que no hay duda es que hace un frio de cojones. Aún así, a pesar de la temperatura, la ciudad sigue con su ritmo: tenderos, barrenderos, jovenzuelos regresando a casa, gente durmierdo al techo abierto de la noche tapados con cartones. Madrid no duerme.

El único consuelo, y vaya consuelo, es que queda poco para entrar en la oficina y allí podré entrar en calor. Pero resulta curioso que entre en calor mi cuerpo, y se enfrié mi mente. No es que esté descontento con mi trabajo, pero es imposible ponerle emocion y pasión a cientos de cuestionarios y papeles, por mucha motivación y demás monsergas de recursos humanos.

Me pregunto si habría alguna forma de calentar a los viandantes de una ciudad como Madrid. Sería una maravilla poder pasear en invierno por la calle sin tanto abrigo y tanta ropa. Así lograríamos ver más cuerpos, más personas y no intuir bajo capas de tela lo que supuestamente es otro ser humano. Sobre todo cuando algunos de ellos van tan ocultos que seguro que incluso es un extraterreste de vacaciones por la tierra aprovechando el momento de poder pasear entre nosotros sin ser descubierto. ¿Cómo podríamos hacerlo, cómo podríamos calentar Madrid?

¡Qué!¡Cómo!, vaya.... realmente ha pasado lo que pienso. Que descarada, bajarme la bufanda y darme un beso en todos los labios... pero, ahora, ya no tengo frio, me encuentro mejor, ¿habrá sido el beso? ¿Quién es esa niña de ojos negros que con su beso ha calentado mi cuerpo? ¿Será la solución a mis desvelos?.....