En la lejanía de tus ojos la necesidad de tu cuerpo, en la cercanía de tu recuerdo el dolor presente que todo lo invade. ¿Cuándo nos dimos cuenta que lo nuestro no iba a funcionar? Ahora sólo me queda perderme en inmensos rincones vacíos de una casa extraña y fría donde tu aroma planea a cada instante.
Necesito escribir, necesito purgar de mi alma este anhelo, la necesidad de volver a probar las mieles y los goces de tu cuerpo, sentir de nuevo cada centímetro de tu piel sudada mientras tu respiración entrecortada no dice nada pero lo expresa todo. Jugar con los cabellos entre mis dedos mientras te miro y sonríes como una niña que es tontamente feliz. Hecho de menos el tacto de tus manos en mi pecho, el calor de tu sexo, el perfume intenso de tu vitalidad.
Ahora sólo me queda mirarte a los ojos mientras te digo te quiero y ver reflejados en ellos el océano que nos separa. Vagar cual vagabundo de cariño entre paisajes otoñales y perderme cada vez más esperando el final del otoño y temiendo la ya pronta venida del crudo invierno. Ese frío inverno donde el leño y el fuego pasados ya no están.
No hay consuelo para este intento de poeta y fracaso de amante, sólo el alivio de contar en palabras aquello que esconde en vivo, de convertirse en farsante de una comedia bufa de la cual se ha levantado en protagonista.
Cómo decirte que te deseo mientras en tus ojos veo las lágrimas que te he provocado, cómo conseguir el perdón…
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