Cuando las palabras se niegan a ver la luz y el blanco color monopoliza la hoja de papel, la inspiración parece haber abandonado al pobre escritor que desesperado no encuentra nada que contar. Y que cosa más triste. El escritor que no cuenta es el corazón que no late, pues sin letras el escritor no existe, ya que nada justifica entonces su existencia.
Se introduce así en un bucle extraño donde el escritor intenta ser pero no es mientras no escriba y no escribe porque las palabras, que son la sangre del corazón poeta, se niegan a imprimirse en esa maldita superficie que nada vale, pero que vacía incomoda como incomoda todo vacío que nos rodea.
Tengamos condescendencia con ese pobre poeta, que por ser no es ni poeta, porque seco al igual que un árbol en el desierto, su mano no vierte lluvia para germinar las flores de la poesía. Yierma está su hoja, espejo fiel de su alma.
Pero mirad, mirad ahora, mirad como de pronto la pureza se ve rota y las palabras comienzan de nuevo...
1 comment:
Buena forma de retomar esos latidos :)
Y por Madrid todo bien? mucho frio seguro... si aqui hace frio ahi os tenéis que estar pelando!
Besillos desde el sur ;)
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