Son las ocho y veintidós de las mañana. No es que esté completamente borracho, pero digno es reconocer que tampoco estoy sobrio. Me pongo delante del portátil, abro una carpeta y a los pocos segundos ya tengo música. ¿La intención de todo este caos? Averiguar que narices puede salir de mis deditos con unas copitas de más. No es la primera vez que lo hago, así que dejaré desconectado de todo lo poco que queda en mi cerebro racional y dejaré rienda suelta a mi subconsciente. ¿Me acompañan en este viaje sin destino ni itinerario?
Cinco minutos enteros han pasado y lo único que ha pasado es que me he quedado mirando la pantalla del ordenador, embobado y escuchando a Carlos Chaouen.
Era una semilla tan egoísta y engreída que floreció hacia su interior para no compartir con nadie la belleza de su flor.
Un soldado era tan cobarde que murió en su trinchera sin saber que la guerra allá fuera había terminado.
La poesía es el canto desesperado del cobarde que no tiene agallas para decir en voz alta lo que siente, sin embargo es capaz de no dejar nada en su alma cuando adorna palabras en un papel en blanco.
Dice: “recoges aquello que siembras”, debería decir: “siembras lo que puedes y recoges lo que te dejan”.
Felicidades, te has acordado de llamar en fin de año, ahora sólo queda que no pierdas la costumbre el resto del año. Si no es así, no colapses las líneas por compromiso, piensa que puede haber gente que si sienta de verdad felicitar en año nuevo.
Amor es aquel estado de egoísmo supremo donde uno se encuentra tan jodídamente bien con uno mismo, que decide compartirlo con alguien para siempre.
Auditoria de cosas importantes: uno, dos, tres… ¡vaya! Un año más y sigo perdiendo aquello que pensaba que me importaba.
Nobleza, compromiso, lealtad, trabajo, entrega. He aquí unas palabras que muchos visten y pocos practican. Y lo peor de todo es que ni siquiera están de moda.
Mi sobrino lloró en las campanadas. No por el ruido de éstas, sino por la emoción de ver a todos haciendo algo que hasta ahora nunca había visto, desearse unos a otros cosas buenas. Reflexión: qué narices hacemos el resto del año.
Niños que saltan y saltan, que hacen barcos de papel y castillos de arena, que convencen a Papa Noel para que se jubile. Paraguas y bloc de esbozos llenos de palabritas y dibujos. Que buenos troncos de madera para seguir calentando este fuego que tengo dentro.
El beso que no dí, el abrazo que necesitaba y la mano que presté. Verbos al fin y al cabo.
Tengo sueño, me voy a la cama. La cabeza sigue dando vueltas y más vueltas, pero creo que ya he dejado mucha libertad a lo que tengo dentro. Fin del trayecto al abismo de mi subconsciente. Gracias por acompañarme.
1 comment:
Hombre, no quisiera decirte que borrachillo escribes como los ángeles, no vayas a coger una mala costumbre, pero... no ha estado nada mal eh :) Feliz año pa ti tb Alberto!
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