Este lento pesar,
el vacío de este desesperar,
hastío de tanto esperar
una brisa que mis ánimos pueda calmar.
Ya las hojas no pueden bailar,
su mecerse es quedo, su verbo el sosegar.
Ya cantan los grillos, su música el templar,
ya ladran los perros, uno aquí y otro allá.
La noche queda y las estrellas,
a su antojoso titilar,
provocan el deseo, un anhelar
todo en mi es querer escapar,
huir, correr, llegar incluso a soñar,
con dejar, sin la vista atrás echar,
la carcel de cemento y alquitrán, poder volar.
Las velas izar,
y en pleno altamar,
susurrar, hablar, gritar,
a la libertad poder liberar,
a la libertad poder amar.
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