Así comienza "Cordón umbilical" de Daniel de Vicente, rompiendo, haciendo desaparecer ese color negro que impregna el todo, dando paso a la luz, a la oportunidad, al tiempo, a la vida y lo que es más importante, a la elección. La elección entendida como el acto de elegir nuestras propias lecciones, dejando patente que toda lección procede de una e-lección, que es el significado que dota esa "e" a la palabra.
Y ante nosotros se nos presentan una serie de personajes diferentes en lo externo, pero tremendamente iguales en su contenido. Unos entes visualmente sencillos que muchos reconocemos o nos reconocemos. Unos personajes complejos y con multitud de máscaras y disfraces.
Es de agradecer que la puesta en escena de los mismos sea sin grandes aspavientos en lo referente a la escenografía, pues dota de un sentido simbólico que acompaña al texto de una manera perfecta. Ya que no importa el lugar, ni el ambiente, ni el donde. Ni como visten o adornan sus cuerpos esos seres complejos en lo espiritual, vanales y simples en lo superficial. Lo verdaderamente importante está en lo que dicen, lo que no dicen, lo que hacen y no hacen, es decir, en las elecciones que toman.
Decía que todos ellos, diferentes en el continente, comparten un serie de rasgos en el contenido, que es sobre lo que pivota su leitmotiv:
- el fracaso
- la oportunidad
- el miedo
- la elección
- la lección
Lo que Daniel luce en el escenario, son seis personajes que viven un fracaso vital , al que además, parecen esclavizados como un bebé a su madre a través del cordón umbilical. En la oscuridad, no pueden hacer nada por cambiarlo, pero esa luz que comienza con la obra, es también el inicio de la oportunidad, del presente que es el tiempo del cambio, de la elección, de la posibilidad de romper con las cadenas uterinas que les mantienen atados a la infelicidad.
Todos y cada uno de los seis personajes que componen la obra, tienen la oportunidad brindada por esa luz, de enfrentarse a ese miedo que les atenaza y lograr ser felices. Sin embargo, el sexteto decide, cada uno en su momento, no enfrentarse a ese miedo, no luchar, aceptar el fracaso y por ende la derrota. Se resignan pensando que nada pueden hacer por cambiar su destino, aunque se aferren a pequeñas mentiras que les permiten seguir conservando una difusa y pobre esperanza de felicidad, eso si, sin darse cuenta de esa cuerda ardiendo, que es la mentira, no es más que el alimento que permite reforzar más aún ese cordón umbilical que los ata y esclaviza.
Y asumiendo la derrota, ya no el fracaso, como el estado natural de sus vidas, dando por concluida la oportunidad que esa luz significó en la oscuridad, no queda más remedio que volver a lo negro, al apagado de esa pequeña llama de esperanza que durante un tiempo brilló, pero que ellos no quisieron aprovechar. Y ya nada vuelve a importar, pues en la oscuridad, ya no hay tiempo, ya nada es relevante, ya no es necesario mostrar lo que ahí sucede.
Pero el público o el lector, que asiste a esta tragicomedia moderna, no sufre ese apagón, esa marcha de nuevo hacia las tinieblas, pues una vez concluida la obra, se enciende para ellos otra nueva luz, esta vez la de los focos, dándoles la oportunidad de, una vez visto lo vivido encima del escenario, tomar sus propias elecciones gracias a la lección que el genio creativo del autor, nos ha querido enseñar. Daniel nos lanza la pelota para que ahora, juguemos nosotros en nuestro presente.
"Cordón umbilical" de Daniel de Vicente, en el Teatro Lara los días 8, 10, 15 de Abril.
1 comment:
Muy buena reflexión de la obra. Un saludo y te seguiremos en adelante.
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