Nada me levanta más el ánimo por la mañana, que tomar un buen café en Starbucks y acompañarlo de un aria, en este caso, el "Pur ti miro", escena final de la última ópera de Monteverdi "L´incoronazione di Poppea". Su voz era magnífica, siempre lo era, por eso es mi soprano favorita. Café y ópera, si, hoy lo necesito más que nunca.
La fuerte discusión con él, en la que nos hemos dicho de todo, incluido esas frases hechas que llenan el hueco vacío que dejan los argumentos cuando fallan como "tú sabes que no es así", "tócame las pelotas", "ya te lo dije, siempre igual", de las cuales existen tantas que podría escribirse un libro titulado "Dichos para llenar silencios" o algo similar, había empezado en el desayuno. Él hablaba de lo bien que se lo había pasado la tarde pasada con sus amigos en la clase de spinnig, yo sobre lo curioso que era que hubiese un jugador al que llamasen también Tote. Ninguno escuchaba y al cabo de un segundo, saltó la chispa. Todos los reproches que los dos nos guardábamos, salieron a la luz. Y como no, una frase hecha hizo un receso en la discusión, "ya no lo aguanto más, me voy, se acabó para siempre." Es su forma de salir de las situaciones que no le gustan, dando un portazo.
Doy el último sorbo a la taza y respondo al móvil, un número que no conozco, me dicen algo que no entiendo bien al principio y luego, me doy cuenta de que todo ha terminado de verdad. Que ese portazo era el definitivo, y todo para mí perdió sentido, el madrigal que estaba escuchando, el sabor amargo del café, la discusión, todo, porque todo se habia acabado, y esta vez de verdad....
1 comment:
Gracias David, me alegro. Habrá más, siempre y cuando los lectores y amigos de facebook quieran y propogan.
Un abrazo.
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