Thursday, January 05, 2012
Carta a los Reyes Magos
Queridos Reyes Magos,
Hace ya unos cuantos años que no os escribo una carta, bueno siendo sincero con vosotros, puedo decir que dejé creer y perdí la ilusión.
El paso del tiempo me fue alejando de ese niño que esperaba con los ojos brillando la noche más mágica del año, que lleno de esperanza y felicidad soñaba despierto mientras esperaba sus regalos.
Pero siempre hay tiempo para volver a ser ese niño, de recuperar la sonrisa inocente y limpia del pequeño hombre que tiene ante si todo, pero que no se asusta ni esquiva la lucha que le espera. De volver a sentir la dulce caricia de la sorpresa y el agradable abrazo de la ilusión.
Majestades, después de renegar de ese niño que escondí tanto tiempo, vuelvo a él. A reir, a ilusionarme, a saber disfrutar de la espera y no del regalo, a saborear del caramelo del camino y la felicidad.
Por todo ello, hoy no voy a pedirles regalos para mí después de tanto tiempo, sino para aquellas personas que me han ayudado a re-encontrarme con mi yo niño.
Llenad por tanto, de felicidad y sonrisas, de regalos y sueños cumplidos y por cumplir, el zapato de mi ángel que me hace jugar y volar. También los de mi familia por recordarme que si existen paraisos donde dejarse caer y simplemente descansar.
Sin olvidarme del calcetín de ese niño grande o ese hombre niño que es David, que me enseña cada día la importancia de ser feliz y lograrlo uno mismo. De saber esperar y disfrutar del camino. Y del cariño y cercanía de su generosa familia.
Y del calcetín de Felipe. Un amigo, un maestro, un sabio y una joya de luz que ilumina con su energía blanca y pura allí donde esté. Siempre con las palabras justas para hacerte pensar y no dejarte acomodar.
Y de Oscar por luchar por sus sueños como lo hace, de Javi por no dejarse vencer por los miedos y ganar la batalla a esa pérdida en su vida. De un corredor incandable como David, que dentro de poco disfrutará de uno de lo tesoros más valiosos de la vida con su hijo.
En fin, sus mágicas majestades, dejen bien llenos esos calcetines y el mio estará rebosante de felicidad por ello.
Atte. Alberto Fernández Alonso, un niño de nuevo.
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