Noto el surco de las llagas
por el peso de las cadenas de mi encierro.
Reinar intenta la oscura noche
la piel que habito herida por el frio,
rasgada mil veces mil por las dagas de la infamia.
Querán hacerme olvidar la cara de la esperanza,
desearán tatuarme con veneno,
el fracaso en cada poro, en cada rincón de mi cuerpo
hasta que de cansancio sude,
gotas de sangre y derrota.
Mas libre siento mi alma,
de sus cadenas y sus llagas,
y en lo más hondo de mi memoria,
el arde la roja llama de la esperanza.
Por las mil veces mil que intentan tirarme,
mil veces mil una levanto mi orgullo y mi cara.
No pueden quitarme el sabor de la vida,
nunca serán dueños del amor que habita mi alma,
lejos de sus manos y sus armas está
la victoria que me aguarda...
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