- Y ¿todos los Adem piensan así? - pregunté, contento de tener por fin la oportunidad de plantear esta pregunta - . ¿Que el sexo no es algo especialmente íntimo?
- Claro que es íntimo - dijo Vashet - . Cualquier cosa que una a dos personas es íntimo. Una conversación, un beso, un susurro. Hasta pelear es íntimo. Pero nosotros no somos extraños respecto al sexo. No nos avergonzamos de él. No creemos que sea importante quedarnos el sexo de otra persona para nosotros solos, como un avaro que acumula oro. - Sacudió la cabeza - . Esa idea tan extraña es la que más os diferencia a los bárbaros.
- Pero ¿y el amor? - pregunté, un poco indignado -. ¿Qué pasa con el amor?
Vashet soltó una larga y fuerte carcajada de regocijo. Debió de oírla medio Haert, y resonó por los montes.
- ¡Bárbaros! - dijo enjugándose las lágrimas -. Se me había olvidado lo atrasados que sois. Mi rey poeta también era así. Tardó muchísimo en aprender la verdad: que existe una gran diferencia entre el pene y el corazón.
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